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Hace 11 años el Estado de Nicaragua pasó a ser uno de los siete países de América Latina que prohibieron el derecho al aborto sin excepciones. Los diputados de la Asamblea Nacional no escucharon las advertencias realizadas por asociaciones médicas como la Sociedad Nicaragüense de Ginecología y Obstetricia, la Sociedad Nicaragüense de Medicina General, la Facultad de Medicina de las universidades nacionales de León y de Managua, la Asociación de Enfermeros/as de Nicaragua y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

La penalización absoluta del aborto en Nicaragua constituye una máxima expresión de violencia institucional y simbólica que refleja el control sobre los cuerpos de las mujeres. Evidencia la misoginia imperante en funcionarios públicos y la ausencia total de valores laicos, en un país que constitucionalmente “no tiene religión oficial”. Han sido feministas quienes han encarado los abusos de poder que oprimen las libertades sexuales y reproductivas de las mujeres, sin embargo el Estado permanece ciego, sordo y mudo mientras niñas, adolescentes y jóvenes, mayormente, sufren las consecuencias.

Haciendo eco a la demanda de un aborto legal, seguro y gratuito para todas las mujeres y en el marco del 28 de septiembre, Día de Acción Global por la Despenalización del Aborto en América Latina y El Caribe, en esta edición de cuerpos sin-vergüenzas hablamos con dos activistas feministas: Mayte Ochoa y Bertha Massiel Sánchez, quienes compartieron reflexiones sobre la situación del aborto en nuestro país.

Consecuencias de la criminalización del aborto

Bertha Massiel expresó que desde el Estado y las Iglesias existe una manipulación discursiva en torno al aborto y es esta perversa alianza lo que mantiene a Nicaragua entre los pocos países que penalizan el aborto en todas sus formas.

Bertha Sánchez

Bertha Sánchez

Mayte afirma que esta unión entre Estado e Iglesias se evidencia en la actualidad con el silencio cómplice de las Iglesias frente a problemáticas sociales y políticas que están afectando al país. Un silencio a costa del peligro en la salud y la vida de las mujeres.

Ambas afirman que ante este contexto, las feministas han mantenido una lucha inclaudicable, denunciando dentro y fuera del país, las consecuencias crueles de la criminalización del aborto. Arguyen que son las mujeres más pobres y que dependen del sistema de salud pública, quienes sufren más los efectos de estas políticas machistas.

Mayte Ochoa

Mayte Ochoa

Mayte detalló que de acuerdo a información del Instituto de Medicina Legal (IML), niñas y adolescentes con edades entre 10 y 15 años son quienes encabezan peritajes del delito de abuso sexual y que ante la prohibición del aborto, se ven expuestas a maternidades forzadas.

Bertha Massiel y Mayte consideran fundamental desmantelar ideas erróneas sobre el aborto, por ejemplo, tener claro que la despenalización no va a obligar a nadie a abortar si no lo desea hacer, más bien, va a permitir la posibilidad a las mujeres que lo necesiten y decidan practicárselo.

Las activistas feministas responsabilizan al Estado de la vulnerabilidad a la que están expuestas las mujeres e instan a continuar resistiendo, denunciando y debatiendo todos los días.

Les invitamos a escuchar la edición completa y conocer más sobre los debates que se están abriendo en Nicaragua respecto al aborto en términos éticos, médicos y jurídicos, asimismo,  qué recomiendan las invitadas a la audiencia para ampliar miradas respecto al reconocimiento del aborto como un derecho humano universal de todas las mujeres.

ABORTAR ES UN DERECHO HUMANO 

En el marco del 28 de septiembre, Día de Acción por la Despenalización del Aborto en América Latina y El Caribe, en esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas hablamos sobre la situación del aborto en nuestro país, sus dilemas éticos, médicos y jurídicos.

Para profundizar en el tema desde una mirada científica, nos acompañó en cabina la doctora Ana María Pizarro, fundadora de Servicios Integrales para la Mujer (SI Mujer), especialista en temas asociados a la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

El aborto desde una mirada médica

Desde la perspectiva médica, la doctora Pizarro explicó que aborto es la interrupción del embarazo antes de las 20 semanas de gestación o antes que el producto pese 500 gramos.

Puede ser espontáneo o inducido, este último puede ocurrir cuando es legal y protegido por las leyes de un país o cuando está prohibido pero sigue haciéndose y afecta a las mujeres más pobres, es decir, es un aborto clandestino que se realiza generalmente en un ambiente insalubre, que expone a riesgos severos a las mujeres siendo las más pobres las más afectadas.

Un asunto de justicia social

Pizarro es enfática en señalar que las mujeres que tienen menos recursos económicos son las que se ven más perjudicadas con marcos jurídicos que criminalizan el derecho del aborto, porque aquellas mujeres con más posibilidades económicas pueden recurrir a otros métodos que pueden ser costosos, sin embargo, las más pobres no tienen otro camino que arriesgarse en la clandestinidad.

La médica y activista feminista Ana María Pizarro

La médica y activista feminista Ana María Pizarro

Marcos jurídicos restrictivos

La doctora señala que la mayoría de países en el mundo reconocen el derecho de las mujeres a abortar bajo ciertas causales, no obstante, Pizarro lamenta que las mujeres de Centroamérica enfrentan legislaciones atrasadas, como lo es el caso de El Salvador, Honduras y Nicaragua donde el aborto está criminalizado y se suma a esta lista República Dominicana.

Pizarro señala que el nuevo Código Penal de Nicaragua eliminó hace una década la figura de aborto terapéutico y con ello también se elimina la posibilidad que desde el sistema de salud los médicos puedan tomar una decisión a favor de la vida de las mujeres que necesiten una interrupción de su embarazo.

Con la penalización total del aborto el Poder Legislativo ignoró a la sociedad científica pero sí escuchó a las iglesias y organizaciones religiosas, católicas y evangélicas lo que para Pizarro es “muestra de un autoritarismo que actúa bajo los poderes religiosos sobre el mandato de la constitución”.

Falta educación

La doctora Pizarro rescata que para ir transformando imaginarios que se oponen al derecho de las mujeres a abortar, hace falta educación desde el sector formal y dentro de la familia.

Aclara que cuando se habla de derecho a decidir no debe ser necesario que exista una lista de causales puesto que no se debe pedir permiso a terceros que decidan por la vida de las mujeres, como ocurre en muchos marcos jurídicos y añade que las feministas seguirán exigiendo con la esperanza que se reconozca el derecho a un aborto legal, libre y seguro, donde a las mujeres se les respete su capacidad de autonomía.