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28/08/2020

La pandemia del Covid19 ha causado enormes estragos en la sociedad nicaragüense. Más de 1,500 personas fallecidas y más de 10,000 contagiadas reporta el observatorio ciudadano, si bien el régimen Ortega-murillo continúa negando la gravedad de la situación, aun después de los datos revelados por Anonymous, una red que ha extraído información de las páginas del Ministerio de Salud, que revelan que de 17,284 pruebas realizadas por esta institución, el 56 por ciento dieron positivas.

Los sectores de la población que ya vivían en condiciones precarias antes de la pandemia, están enfrentando serias dificultades paras sobrevivir, en medio de una economía en crisis, en donde el desempleo y el costo de la vida se han incrementado aún más.

Lamentablemente esta es la situación de las trabajadoras sexuales que, de acuerdo con la Red de Trabajadoras Sexuales de América Latina, capitulo Nicaragua, suman más de 16,000. Estas mujeres en su mayoría jóvenes y principal sustento de sus hogares, no solo se enfrentan al estigma social que las coloca en los márgenes, sino a la ausencia de leyes que reconozcan sus derechos y políticas públicas que den respuesta a sus necesidades.

Para hablar de este tema están con nosotras, María Elena Dávila, de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles y representante de la Red Latinoamericana en Nicaragua; Sandra Escorcia  y Jessenia González del Grupo de Mujeres Trabajadoras Sexuales “Las Malinches” de Matagalpa.

SOMOS MUJERES DE CARNE Y HUESO

En sociedades machistas y patriarcales como Nicaragua, el trabajo sexual es visto como un trabajo vergonzoso y denigrante, y las mujeres que lo realizan son expropiadas de su dignidad y sus derechos.   En Nicaragua, América Latina y el mundo, existen mujeres organizadas que luchan porque el trabajo sexual sea reconocido como tal, y sea incluido en el conjunto de regulaciones públicas como la seguridad social y acceso a los sistemas de salud, entre otros.

En nuestra reciente edición Cuerpos Sin Vergüenzas conversamos con la activista feminista Bertha Massiel Sánchez, autora del estudio “Apuestas políticas de las trabajadoras sexuales organizadas y su conexión con el feminismo en Nicaragua” y María Elena Dávila, Coordinadora nacional de la Red de Trabajadoras Sexuales de Nicaragua, que forma parte de la Red de Trabajadoras Sexuales América Latina y El Caribe.

Mujeres transgresoras

Bertha Massiel expone que en Nicaragua se registra un promedio de 15 mil trabajadoras sexuales y las define como “mujeres que rompen el mandato machista y patriarcal”, en tanto que son mujeres que obtienen dinero a cambio de relaciones sexuales, es decir un intercambio comercial sin sentimiento amoroso, ni fines reproductivos de por medio.

Algunas problemáticas

María Elena detalla entre algunas de las problemáticas de las trabajadoras sexuales en Nicaragua, la violación a derechos humanos en bares y Night Clubs y que a muchas compañeras en sus familias les quitan mediante instrumentos legales a sus hijas/os por ejercer este trabajo.

Los crímenes contra trabajadoras sexuales es otra problemática en cuanto a términos de seguridad. María Elena comentó que se registran 13 compañeras víctimas de femicidio y ante este riesgo la recomendación es que siempre estén acompañadas y comunicadas entre sí.

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Bertha Massiel y María Elena coinciden en que otro de los grandes obstáculos que enfrentan las trabajadoras sexuales es la confusión entre trata de personas y este oficio, y que esto las expone a más estigmas, “nosotras elegimos serlo, consientes, libres, voluntaria y autónomamente”, enfatiza María Elena para diferenciar el delito de la trata con el trabajo sexual.

Feminismo y trabajo sexual

Bertha señala que se ha debatido poco sobre trabajo sexual dentro del movimiento amplio de mujeres y feministas de Nicaragua y que existen posturas diversas. Por un lado, hay quienes hablan de la importancia de la legalización y que es un trabajo libremente elegido, pero también existen perspectivas donde se coloca a las trabajadoras sexuales como víctimas del sistema patriarcal.

Esta diversidad de posturas conlleva a que la demanda de las trabajadoras sexuales de la legalización de esta forma de trabajo en Nicaragua, no esté explícita en la agenda feminista, y que aunque existe articulación de la Asociación Girasoles y Golondrinas con organizaciones feministas, todavía esas alianzas no se han traducido en un debate amplio, añade Bertha Masisie.

A pesar de que existen distintos puntos de vista, María Elena dijo que han logrado tener acercamiento con organizaciones feministas y que estas corrientes teóricas y experiencias compartidas han aportado a reconocer que “como mujeres tenemos los mismos problemas ¿Por qué estar separadas?”.

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El camino por recorrer

María Elena destaca que las trabajadoras sexuales están presentes en varios espacios de la sociedad civil, sin embargo hace falta transformar ideas tanto en la sociedad en general como en el movimiento feminista amplio en Nicaragua porque como menciona “no somos víctimas sin capacidad de decidir”, e insta a colocar en la agenda feminista la regulación del trabajo sexual autónomo.

Bertha Massiel llama a reflexionar sobre la histórica consigna feminista “Mi cuerpo es mío” para darle vuelta al estigma sexual sobre los cuerpos de las mujeres que deciden libremente el intercambio sexual remunerado.

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Ponencia de María Teresa Blandón durante la presentación en la UCA del libro y el video: Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales.

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Estamos súper acostumbrados y acostumbradas a ver a las trabajadoras sexuales y el trabajo sexual  desde una óptica de victimización. Es decir, las trabajadoras sexuales o prostitutas como frecuentemente les llaman acá, son unas pobres mujeres víctimas que se han visto obligadas a hacer lo que hacen. Y en cierto sentido es así, pero esa no es toda la parte de la realidad.

Para analizar el trabajo sexual y cómo las sociedades como las nuestras lo evalúan, tenemos que partir del siguiente reconocimiento: que las mujeres  en todas las sociedades patriarcales estamos especializadas para dos funciones, una función es darles placer a los hombres y otra es darles hijos a los hombres para asegurar su descendencia. En función de esa especialización, las mujeres vamos estar ubicadas en un lugar o en otro. Y esto cobra especial relevancia porque dependiendo de la función principal que las mujeres queramos ocupar, ya sea darles hijos a los hombres o darles placer, vamos a tener entonces una cierta valoración social, vamos a tener unos ciertos privilegios o no, o vamos a tener unos ciertos estigmas, como el estigma que señalan las compañeras en este video que acabamos de presentar.

Este es un trabajo antiguo, se conoce como el trabajo más antiguo de la historia, tal vez no es el más antiguo de la historia, porque el trabajo más antiguo es sembrar la tierra, pero este no ha sido objeto de ningún estigma. Tal vez es el trabajo más estigmatizado de la historia, porque antes los hombres no pagaban por tener sexo con las mujeres, antes las tomaban a la fuerza.

Es decir, no había ningún intercambio comercial, contractual en los orígenes de la humanidad, y más adelante, todavía ahora, hay demasiados hombres que no le pagan a una trabajadora sexual, pero que sí son capaces de violar a muchas mujeres para satisfacer sus propios deseos, sean estos los que fueren, pero ese trabajo, el trabajo sexual, siempre ha estado enfrentado a un abordaje ambiguo en las sociedades patriarcales.

Por un lado se estimula y hay “n” cantidad de justificaciones que dicen que el trabajo sexual es una necesidad, es más en algunos momentos se dijo que era necesario tener trabajadoras sexuales porque las mujeres decentes no podían aspirar a tener unas relaciones placenteras con sus maridos.

En tiempos de la santa inquisición por ejemplo, era un pecado gozar en la cama, o en el petate o donde fuera, de hecho era un pecado, entonces ¿quiénes eran las únicas a las que podíamos clasificar como pecadoras, para darles placer a nuestros maridos? pues las trabajadoras sexuales y mientras tanto, nosotras nos asegurábamos de no ser pecadoras, de no sentirnos arrepentidas, de no avergonzarnos porque habían otras mujeres que resolvían esto.

Fíjense como es difícil bregar con esta doble moral, por un lado se reconoce como necesario el trabajo sexual, pero por el otro lado, se estigmatiza ¿a quienes se estigmatiza? A las mujeres que lo realizan.

TS3Entonces, para construir el estigma sobre las trabajadoras sexuales se dice que son mujeres fáciles (como si la otras fuéramos muy difíciles), que son mujeres de la calle, porque se supone que las otras debemos estar consignadas al espacio privado, que son unas desvergonzadas, porque se supone que las otras estamos llenas de vergüenzas, bueno y a veces es verdad, no siempre, que las trabajadoras sexuales son indecentes porque se supone que las demás son súper decentes y claro, son tantas y de un calibre tan negativo estas clasificaciones, estas valoraciones, que se hacen sobre las trabajadoras sexuales que vale la pena preguntarnos por qué.

¿Por qué si estás sociedades han estimulado el trabajo sexual, por el otro lado, condenan de una manera tan feroz a las mujeres que deciden realizarlo?

¿Será porque cobran dinero para darle placer a los hombres? Pero si el problema es el lucro, los 180 millonarios que hay en Nicaragua serían los mejores trabajadores sexuales de este país, desde Pellas, pasando por Piero Cohen. Pero  ¿Quién le crítica a Carlos Pellas o Piero Cohen que tengan intensiones de lucro? ¿Quién le cuestiona a todos los empresarios de esta país que quieran ganar riales para vivir bien? ¿Quién nos cuestiona a Gonzalo y a mí que cobremos por dar clases? Es decir ¿Está mal tener necesidades económicas? ¿Está mal cobrar por el trabajo que hacemos? ¿Está mal satisfacer nuestras necesidades y vivir bien?

No está mal para otros colectivos laborales, otras personas, para los empresarios, algunos de los cuales tienen intereses mercantiles desmedidos, que estos si rallan en la inmoralidad, porque ser millonario en un país donde el 40% vive en condiciones de pobreza y el 12% en condiciones de extrema pobreza, si padece de una enorme inmoralidad, porque toca la dignidad de la gente, la posibilidad de vivir como seres humanos.

¿Será que lo que se cuestiona es que las trabajadoras sexuales tengan sexo sin amor? ¿Pero serán las únicas las trabajadoras sexuales que tengan sexo sin amor? Yo me temo que no. Hay matrimonios arreglados en Nicaragua y en todo el mundo. Hay matrimonios que se constituyen por intereses económicos entre las familias, porque una familia sale ganando si una mujer de su familia se casa con un hombre que puede elevar su estatus, entonces el amor no ha estado presente en todos los encuentros, en todas las formas de intercambio y en todos los arreglos matrimoniales.

Hay familias que se casan por intereses políticos, para mantener el poder, por ejemplo, es típico de las dinastías y de las dictaduras que busquen como casar a los hijos entre los más poderosos de tal manera que eso facilite el control del poder público. Entonces ¿Por qué a las trabajadoras sexuales se les cuestiona que tengan sexo sin amor, cuando mucha personas tenemos sexo sin amor, cuando tenemos una noche loca, que nos encontramos a un chavalo o una chavala que nos encanta y tenemos por ahí un desparpajo, sexo casual dicen por ahí?

p1Sexo casual no es amor, no nos declaramos amor eterno, no nos vamos a ir a casar mañana, no nos prometimos eternidad ¿Y por qué a las trabajadoras sexuales se les machaca tanto? ¿Porque tienen sexo casual con alguna frecuencia? ¿Porque no les pertenecen a un solo hombre? Tal vez ahí nos estamos acercando más ¿Porque no prometen monogamia? ¿Porque no prometen matrimonio? Pero tendríamos que preguntarnos, por la mayor parte de hombres que no son monógamos. Los hombres a lo largo de la historia no han sido monóganos, no han sido fieles, no se han casado con todas las mujeres con las que han tenido sexo, entonces ¿por qué a las trabajadoras sexuales se les critica? ¿por qué esta doble norma? ¿por qué este estigma sobre las mujeres?

Es más, en el caso de los hombres, todo el mundo considera normal que recurran a las trabajadoras sexuales, desde el argumento que los hombres no pueden controlar eso que la gente piensa que son instintos sexuales, la gente dice “pero está bien, qué van hacer los pobre hombres, no van a pasar toda la vida masturbándose” , pero los propios hombres dicen, “sí, claro, por qué no, yo lo estoy pagando, cuál es el problema. No le estoy imponiendo, le estoy pagando. Además es más fácil porque a las mujeres, las esposas, tenemos que aguantarles todos sus reclamos, las esposas, las novias, las amantes continuas, tenemos que aguantarles los reclamos, los celos, las expectativa desmedidas, las ganas que tienen las mujeres de hacer casita y tener hijos. Con las trabajadoras sexuales no, yo voy, resolvemos, de la manera que podamos, ojala que nos vaya bien, pago, concertamos un precio y chao. No tengo que involucrarme en largas, enamorarme, carretearla, que finja que no quiere, que ahora sí y después no, tener que gastar para llevarla al cine e invitarla a comer, que ahora el cine está carísimo”.

¿Qué es lo que podemos suponer, desde una perspectiva feminista del abordaje del trabajo sexual? Lo que podemos suponer es que lo que no soporta la sociedad es la transgresión. Lo que no soporta la sociedad es que hallan mujeres que no acaten las normas de estricto control sobre la sexualidad de las mujeres. Lo que no soportan las sociedades es que las trabajadoras sexuales no pongan el sexo por debajo de la reproducción. Lo que no soportan es que las trabajadoras sexuales, por el trabajo mismo que realizan, pongan en evidencia la doble moral sexual del patriarcado, en donde los hombres son los que deciden con quienes, cuando, cómo y durante cuánto tiempo. Es la norma patriarcal lo que ofende es que hallan mujeres que no se subordinen al orden establecido, que no se queden recluidas en sus casas pariendo hijos para los hombres y cuidándolos, es que hallan mujeres que digan “nosotros no le pertenecemos a ningún hombre y podemos vivir nuestros cuerpos y esta dimensión de la sexualidad, incluso para el lucro, para satisfacer nuestras necesidades materiales, pero no lo deciden ellos”.

TS2Este tipo de sexualidad no lo deciden los hombres. Lo que no soportan la sociedad patriarcal es que las trabajadoras sexuales conozcan cosas que a los hombres les da miedo. Cuando ustedes lean las historias de vida van a ver como las trabajadoras sexuales hacen cosas que los hombres jamás se las perderían a sus esposas para no mostrarse débiles y vulnerables.  Ellas tienen un conocimiento que les pertenece y que les da mucho miedo a los hombres si ese conocimiento se usara para cuestionar su poderío.

Por eso es que el trabajo sexual es, aunque no digan nada las trabajadoras sexuales, aunque soporten el estigma como decía Vida Francis, aunque tengan que soportar todos estos mensajes negativos, el trabajo sexual es una práctica cuestionadora en sí misma de estas normas sexuales, de estos secretos del patriarcado.

De estas jerarquías que se han construido entre hombres y mujeres, y por eso mismo, se refuerza el estigma ¿para qué sirve el estigma? Sirve para varias cosas. Uno, para romper la solidaridad entre las mujeres, para que unas se coloquen en el lugar de las buenas y coloquen a las otras en el lugar de las malas, para que las mujeres nos peleemos entre nosotras, con estos códigos patriarcales de la decencia versus la indecencia, de la buena versus la mala mujer. Sirve también para plantear las jerarquías entre mujeres, pero también entre hombres y mujeres como si fuera un hecho natural. Para decir, estas mujeres nacieron malas, estas mujeres nacieron perversas, indecentes y otras nacimos buenas.

Para no ocupar los distintos lugares que las mujeres ocupamos en la sociedad, tienen un origen, y un origen que tienen que ver con las jerarquías de género, en el que los hombres han tenido el control y las mujeres hemos tenido muchísimo menos oportunidades.  Y luego para silenciar a las propias trabajadoras sexuales, para que se callen, para que no hablen de un lugar de prestigio y de autoridad, para que se sientan avergonzadas, para que ellas mismas sientan que en alguna medida se merecen el desprecio de la sociedad.  Y para que ellas mismas se avergüencen del tipo de trabajo que realizan. Entonces dice una mujer, que les recomiendo leer y que la pueden buscar en Facebook, una mujer muy sabia, feminista antropológa, argentina catalana, Dolores Juliano, quien ha investigado y analizado el trabajo sexual, dice ella que el estigma también sirve como mecanismo de control para las mujeres que no son prostitutas ¿y porqué de mecanismo de control? Porque para no parecer putas nos obliga la sociedad a tener determinado comportamiento respecto de nuestra sexualidad. “No te vistas como puta” ¿qué significa eso? No enseñar nada. Ni la chicha, ni la pierna, ni nada, o enseñarla a medias, no andar en determinados lugares, no pintarte de determinada manera, no reírte de determinada manera, no ser muy simpática con los hombres, o disimularlo hasta cierta manera, no decir muy rápido si, hacernos las difíciles, no bailar de determinada manera, no sentarte de determinada manera, no usar determinados chereques, todo lo que normalmente se ponen muchísimas mujeres.

p2El estigma sirve para avergonzar a las propias trabajadoras sexuales, pero para decirles a las demás lo que no tienen que hacer, si no quieren ser consideradas mujeres indecentes. Entonces que le dice un novio macho agresor a una muchacha que está bailando seductoramente con un muchacho “parecés puta”. Qué le dice un hombre a otro hombre cuando lo quiere ofender “sos un hijo de puta”. Que le dice una chavala a otra chavala cuando le anda echando el ojito al novio “sos una puta”.

Una alumna puso el otro día una foto en Facebook, decía “amor ya encontré la bebida de tu amiguita” y saben que decía la bebida de la amiguita “puta”. Lástima que ya le había calificado su trabajo, yo me quería morir. Y cuando yo le puse que barbaridad niña como vas a poner esto, salieron tres amiguitas de ella a defenderla.

Se considera legítimo ofender a otra mujer diciéndole puta porque estamos celosísimas que nos vayan a quitar a ese lingote de oro. Otra manera de verlo, en estas circunstancias es una opción laboral, y sigo con Juliano para decir que, la prostitución en tanto opción laboral, solo puede entenderse, y cito textualmente, solo puede entenderse y cobra sentido en el marco de las relaciones económicas, a las que las mujeres de cada grupo social o grupo étnico tienen acceso, pero también puede entenderse en el marco de las presiones a las que están expuestas las mujeres y particularmente, las mujeres pobres, de tal manera que mientras se mantenga esta profunda disparidad en la distribución de los recursos, mientras la mujeres estemos sobre-representadas en los sectores pobres, mientras las mujeres sigamos ocupando mucho de nuestro tiempo en el trabajo de cuidados y mientras los hombres estén sobre-representados  en el trabajo remunerado y prácticamente ausentes en el trabajo de cuidados, las mujeres vamos a tener que buscar distintas opciones que nos permitan sobrevivir, es decir la prostitución tendrá que entenderse como una alternativa de redistribución y de acceso a recursos que hemos encontrado las mujeres a pesar del estigma y a pesar de la discriminación.

TS1Como dijeron las compañeras en las entrevistas, no es fácil el trabajo sexual, es difícil, tiene riesgos. Pero las mujeres que han elegido hacerlo, lo han hecho evaluando esta relación de costo beneficio, como lo hacemos todo el mundo.

Por ejemplo, trabajo en la UCA donde ma pagan 30 dólares la hora de clases y además me sacan el hunto, porque además no me pagan preparación, ni todo el tiempo que reviso trabajos, ni las pláticas con los estudiantes, ni las reuniones…o si todavía puedo: tengo cuatro o cinco clientes que no me van a estar molestando, que no me van a estar haciendo evaluaciones que dañan mi autoestima y con lo cual me voy a hacer un ingreso.

Trabajo en la zona franca donde me pagan 3 mil pesos y trabajo 12 horas diarias y donde me agreden sistemáticamente y donde el Ministerio del Trabajo me viola mis derechos o trabajo en el trabajo sexual donde yo puedo negociar con mis clientes los términos de mi convenio.

¿Tiene riesgos el trabajo sexual? Sí, tiene riesgos el trabajo en las zonas francas, tiene riesgos el trabajo que hacen los mineros también. Todos los trabajos tienen sus riesgos y cada ser humano tiene el derecho de elegir qué riesgos, pero también qué beneficios puede sacarle a una economía de mercado que es profundamente sexista, profundamente clasista, profundamente racista y profundamente misógina.

Para escuchar el audio de la ponencia, podés pinchar aquí.

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Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales

historiasvidastrabajosexual-1A consecuencia de la doble moral instalada en nuestras sociedades por el patriarcado, las mujeres hemos sido divididas en decentes e indecentes a partir del uso que los hombres hacen de nuestros cuerpos. De tal forma, aquellas que han sido elegidas como esposas, estarían del lado de las buenas; y las “otras”, las que por distintas razones no asumen este rol, son clasificadas como mujeres de “mala vida”.

El Programa Feminista La Corriente que durante más de una década ha promovido acciones de reflexión e intercambio con mujeres jóvenes, adultas, afrodescendientes, indígenas, mestizas, lesbianas, bisexuales, transgéneras, campesinas, universitarias, tenía una deuda con las trabajadoras del sexo.

Estas historias nos convocan a oírlas en primera persona, conocer sus recorridos de vida, sus dilemas, sus opciones, sus balances de los costos y beneficios implicados en el trabajo sexual.

Sus relatos reclaman el reconocimiento del trabajo sexual como una opción posible para resolver necesidades básicas de ellas y sus hijos/as e incluso ampliar los horizontes del bienestar. Como cualquier mujer que se reconoce como ciudadana, ellas exigen respeto a sus decisiones y todos sus derechos.

Con la sinceridad y firmeza que las caracteriza, estas mujeres compartieron sus recorridos en el ejercicio del trabajo sexual; hablaron de los clientes y sus demandas, de tarifas, de los términos de negociación, de la prevención de enfermedades de transmisión sexual, de las estrategias para prevenir abusos por parte de los clientes, de la interacción con instituciones del Estado con una clara tendencia a la coerción.

También hablamos de Dios, de la doble moral en las iglesias, de la comunicación con las y los hijos, de cómo muchas familias -al igual que las historias de trans y lesbianas- se convierten en lugares de desamor y violencia. Y por supuesto, hablamos de la importancia de estar organizadas para construir lazos de solidaridad que les permitan hacerle frente a los estigmas y defender sus derechos.

Las trabajadoras sexuales tienen clara la diferencia entre el trabajo que realizan y la explotación sexual, y por eso mismo se han convertido en agentes principales de prevención que colaboran con las instituciones públicas.

Nos encontramos con mujeres valientes que desafían la doble moral de la sociedad, que se quebraron al contarnos experiencias de violencia y discriminación y, que sin embargo, están orgullosas de su fuerza, de sus habilidades, de su capacidad de sacar adelante a las hijas e hijos ofreciéndoles oportunidades que ellas mismas no tuvieron.

Indiana, María Elena, Vida Francis e Ymogene nos invitan a escuchar sus historias, historias de dolor, pero también de dignidad y solidaridad. Son capítulos de sus vidas que siguen abiertos, sin embargo no están dispuestas a que las recuerden como las “aventureras” de Lara, con primaveras marchitas, sino florecientes.

Descargar NI PUTAS, NI PROSTITUTAS. SOMOS TRABAJADORAS SEXUALES. 

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EntreEntre el desconcierto y la curiosidad de un público mayoritariamente joven fue presentada la última publicación del Programa Feminista La Corriente: Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales, este jueves 7 de julio en la Universidad Centroamericana.

historiasvidastrabajosexual-1El libro, acompañado de un video, presenta las historias de cuatro mujeres trabajadoras sexuales: Ymogene, María Elena, Indiana y Vida Francis, quienes comparten sus experiencias que las llevaron a tomar este trabajo como una opción para vivir, nos hablan de las dificultades, la violencia que han sufrido y la fuerza con la que se han enfrentado a la discriminación.

La bienvenida a la actividad fue hecha por Cristina Arévalo, quien estuvo a cargo de la coordinación y elaboración de las historias de vida. María Elena Dávila directora de la Asociación de Mujeres Trabajadoras Sexuales Girasoles Nicaragua, compartió sus reflexiones y el quehacer de su organización, explicando que su objetivo es lograr el respeto de la sociedad y el reconocimiento del trabajo sexual como un trabajo con los beneficios sociales que esto implica.

María Elena Dávila de la Asociación Girasoles

María Elena Dávila de la Asociación Girasoles

Los comentarios a la publicación fueron realizados por María Teresa Blandón, directora de La Corriente, quien explicó cómo hemos sido clasificadas las mujeres en las sociedades patriarcales, «una función es darle placer a los hombres y otra es darles hijos a los hombres, en función de esa especialización las mujeres vamos a ser vistas como indecentes o decentes, buenas o malas. Y sobre las trabajadoras sexuales recae el estigma de las malas mujeres» lo cual sirve para controlar la sexualidad de todas las mujeres pues ninguna quiere ser ubicada en ese lugar.

10En sus comentarios María Teresa señaló que el estigma sobre las trabajadoras sexuales requiere preguntarnos ¿Por qué la sociedad promueve el trabajo sexual y por otro lado existe tanta discriminación contra las mujeres que lo ejercen? Y aunque se pueden encontrar varias explicaciones a esta pregunta, «lo que no soporta la sociedad es la transgresión, es que hayan mujeres que no acaten las normas de estricto control sobre la sexualidad de las mujeres, que no pongan el sexo por debajo de la reproducción, la sociedad no soporta que las trabajadoras sexuales pongan en evidencia la doble moral sexual del patriarcado, no soporta que hayan mujeres que no se subordinen a los hombres, que digan ‘no le pertenecemos a ningún hombre y podemos vivir esta dimensión de la sexualidad incluso para el lucro’. No soporta la sociedad patriarcal que las trabajadoras sexuales conozcan cosas que a los hombres les da miedo que conozcan» concluyó Blandón.

Después de la presentación se realizó un espacio de preguntas donde las y los participantes compartieron sus inquietudes, principalmente en relación a la diferencia entre trabajo sexual y explotación sexual, la relación costo beneficio del trabajo sexual, la forma en que las familias reaccionan frente a esta realidad, entre otras.

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