Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales

historiasvidastrabajosexual-1A consecuencia de la doble moral instalada en nuestras sociedades por el patriarcado, las mujeres hemos sido divididas en decentes e indecentes a partir del uso que los hombres hacen de nuestros cuerpos. De tal forma, aquellas que han sido elegidas como esposas, estarían del lado de las buenas; y las “otras”, las que por distintas razones no asumen este rol, son clasificadas como mujeres de “mala vida”.

El Programa Feminista La Corriente que durante más de una década ha promovido acciones de reflexión e intercambio con mujeres jóvenes, adultas, afrodescendientes, indígenas, mestizas, lesbianas, bisexuales, transgéneras, campesinas, universitarias, tenía una deuda con las trabajadoras del sexo.

Estas historias nos convocan a oírlas en primera persona, conocer sus recorridos de vida, sus dilemas, sus opciones, sus balances de los costos y beneficios implicados en el trabajo sexual.

Sus relatos reclaman el reconocimiento del trabajo sexual como una opción posible para resolver necesidades básicas de ellas y sus hijos/as e incluso ampliar los horizontes del bienestar. Como cualquier mujer que se reconoce como ciudadana, ellas exigen respeto a sus decisiones y todos sus derechos.

Con la sinceridad y firmeza que las caracteriza, estas mujeres compartieron sus recorridos en el ejercicio del trabajo sexual; hablaron de los clientes y sus demandas, de tarifas, de los términos de negociación, de la prevención de enfermedades de transmisión sexual, de las estrategias para prevenir abusos por parte de los clientes, de la interacción con instituciones del Estado con una clara tendencia a la coerción.

También hablamos de Dios, de la doble moral en las iglesias, de la comunicación con las y los hijos, de cómo muchas familias -al igual que las historias de trans y lesbianas- se convierten en lugares de desamor y violencia. Y por supuesto, hablamos de la importancia de estar organizadas para construir lazos de solidaridad que les permitan hacerle frente a los estigmas y defender sus derechos.

Las trabajadoras sexuales tienen clara la diferencia entre el trabajo que realizan y la explotación sexual, y por eso mismo se han convertido en agentes principales de prevención que colaboran con las instituciones públicas.

Nos encontramos con mujeres valientes que desafían la doble moral de la sociedad, que se quebraron al contarnos experiencias de violencia y discriminación y, que sin embargo, están orgullosas de su fuerza, de sus habilidades, de su capacidad de sacar adelante a las hijas e hijos ofreciéndoles oportunidades que ellas mismas no tuvieron.

Indiana, María Elena, Vida Francis e Ymogene nos invitan a escuchar sus historias, historias de dolor, pero también de dignidad y solidaridad. Son capítulos de sus vidas que siguen abiertos, sin embargo no están dispuestas a que las recuerden como las “aventureras” de Lara, con primaveras marchitas, sino florecientes.

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2 pensamientos en “Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales

  1. Olga Rivas

    Me parece un poco contradictorio esto, y aunque me llama la atención y sé que las trabajadoras sexuales merecen los mismos derechos que cualquier otro ser humano su trabajo no es algo de lo que deberían estar orgullosas. Lo hacen por necesidad, no es una opción viable humanisticamente hablando, estas mujeres tienen potencial a hacer cosas muchísimo más grandes, que se vean sometidas a posible acoso y devaluación de sus cuerpos es inconcebible, y aún, más importantemente, :¿se ven trabajadores sexuales hombres con misma frecuencia que mujeres?

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    1. ammm

      hola buenas tardes yo soy trabajadora sexual y nuestro trabajo es tan digno cm el de cualquier otra persona y yo decido sobre mi cuerpo con quien me acuesto como lo decide una lic, doctora, maestra, y todas meresemos respeto

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