Virginia Imaz, dice que “la nacieron” en una primavera de 1962. Cuenta cuentos profesionalmente desde 1984, y son historias que ha escuchado, leído o que se ha inventado, aunque todas tienen algo en común: son historias que le mueven su interior, la inspiran o la iluminan para la vida.
Vino de visita a Nicaragua y estuvo en La Corriente con jóvenes cuenta cuentos nicas, facilitó un taller de clown a activistas feministas, y fue la encargada de las clownclusiones del Encuentro nacional feminista entre jóvenes.
Tuvimos la fortuna de platicar un poco con ella y dejarnos abrazar con sus palabras, su risa y sus cuentos.
¿Quién es Virginia Imaz?
Soy una mujer, soy vasca, me dedico profesionalmente a ser payasa y cuentera, hago dirección de espectáculos, doy talleres de clown y cuentos. Mi formación es como maestra, estuve 11 años en enseñanza. No sé si esto define quién soy, pero estas serían algunas de mis identidades.
¿Cómo valoras tu experiencia en Nicaragua?
Muy rica. El equipo de La Corriente nos ha tratado muy bien. La posibilidad de llegar a un país y ser acogida por gente que está trabajando en causas que nos interesan, ha sido una invitación de lujo. El encuentro con jóvenes ha sido una experiencia deliciosa y nos hemos llenado de optimismo y esperanza. Creo mucho en la juventud. En Euskadi y en España se habla de la gente joven como gente que no está motivada, que pasa de todo; y no es cierto, metemos a toda la gente joven en el mismo saco, y está bien para mí recordar que no, que hay gente joven de todo tipo y que la gente joven es muy activa, y en esta ocasión pudimos ver a gente muy diversa. Fue un Encuentro muy enriquecedor.
Puedo ver algunos de los problemas que Nicaragua tiene y que compartimos con España algunas de las luchas. También he podido disfrutar de los paisajes del país y de la calidez de la gente.
¿Por qué el humor es necesario para lo que hacemos?
Las personas que nos dedicamos a la defensa de los derechos humanos en general, o que estamos en una cruzada, porque a veces se convierte en una misión de vida y no te das cuartel, no te das vacaciones, no descansas nunca, porque hay tantos enemigos, tantos frentes, corremos el riesgo de volvernos muy fundamentalistas, de rigidizarnos un poco. Cuando vamos a hablar de que “hay que defender esto”, “hay que defender esto otro” se nos nota la rabia, y la gente que la recibe piensa que es contra ella, aunque tú estés intentando sensibilizar a un montón de gente para que haga causa contigo.
En general, todas las luchas sociales nos dan un perfil que a veces nos pone como fundamentalistas. Yo creo que el feminismo estaba en esas de introducir la diversión, de no presentar a los medios siempre unas mujeres exaltadas, enfadadas, que asustan y sin sentido del humor, porque resulta que se ríen de nosotras, o nos humillan, o nos ridiculizan. En lugar de devolver con sentido del humor, devolvemos enfadadísimas y reforzamos la idea de que no tenemos sentido del humor. Hay que utilizar la estrategia demagógica: si me ofenden con humor, yo lo puedo devolver con humor.
El humor nos vendría muy bien para respirar un poco, para flexibilizarnos y permitirnos las contradicciones, las paradojas, dónde me gustaría estar y estoy y donde está el mundo todavía. Está muy bien que haya sentido del humor en las organizaciones, en los vínculos y también como estrategia política para defender algunas cuestiones.
¿Es posible el feminismo y el humor, aunque por lo regular nos digan que las feministas somos amargadas?
Las mujeres con las que más me he reído en mi vida han sido feministas, son con quienes me he reconocido. Victoria Sau, la maestra de maestras, he tenido la fortuna de escucharla en varias charlas y su sentido del humor me parece magnífico; la ironía que tiene es como la abuelita de caperucita, dice las cosas súper salvajes pero hay una ironía y manejo del buen sentido del humor increíble.
El humor es muy diferente y hay manejos del sentido del humor muy diferentes pero creo que nosotras podemos tomar conciencia de que es una estrategia de sensibilización, de educación y también de defensa. Es decir, si se ríen de mí, utilizar el humor para defenderme, no para reírme de otros pero sí para defenderme.
¿De qué no nos deberíamos olvidar nosotras que somos activistas, feministas, teatreras?
Lo que voy a decir a lo mejor no es políticamente correcto en ámbitos feministas o humanistas, pero es que no deberíamos olvidar que todo mundo somos gente, incluso el capullo más capullo, la persona más terrible que podamos imaginar, es gente; con un nivel de desarrollo y evolución que no es el mío. Con esto no me quiero poner por encima. Pero la conciencia nos va asaltando a la gente en etapas diferentes y la verdad es que ahora mismo convivimos gente que todavía no ha hecho el salto del paleolítico al neolítico.
Del paleolítico al neolítico hubo un cambio espectacular y es que se domesticaron los campos, la gente en lugar de ser recolectora y cazadora podía cultivar el campo y tenía excedentes y por primera vez en la historia de la humanidad se podían guardar reservas. Bueno, pues hay mucha gente que está como en el neolítico, pensando que no hay bastante para todo el mundo, cuando hace rato que a nivel planetario hay de sobra para todo el mundo, solo que está mal repartido. Este es uno de los mitos más pesados que hay.
Entonces, cuando una persona tiene hambre o está en miseria, es muy difícil hablarle de saltos de la conciencia, hay necesidades. Yo me considero privilegiada porque he comido todos los días de mi vida, a veces demasiado, he tenido acceso a la educación; entonces es muy fácil para mí ponerme a juzgar a alguien que no ha tenido acceso a la educación. Dentro del acceso a la educación que yo he tenido, he tenido acceso a la educación convencional, patriarcal y luego he tenido acceso a una educación distinta, informal, a veces clandestina, relacionada con el feminismo, con la defensa medioambiental, los derechos humanos, con la justicia, la globalización, otra manera de mirar. Y pienso en la cantidad de gente a la que no le llega esta información y mi desafío es, cómo puedo llegar a compartir la información a la que tuve acceso, por lo menos devolver una parte de lo que me llegó. Y como artista creo que estoy en esas: que es llevar un puntito de reflexión con humor o con poesía cuando cuento cuentos, con la metáfora; entrar por la puerta de atrás del cerebro de la gente, que parece que se está riendo, pasando un buen rato (parece y es) pero además hay una invitación a una reflexión profunda y a una toma de conciencia.
Y eso es de lo que he hecho mi misión de vida. Yo creo que ustedes también están ahí. Al final si no llega la información es costoso, pero a veces los prejuicios son tan altos que solo nombrar una palabra ya pone a la gente a la defensiva. Acudamos al arte porque el arte en general ha sido visionario, ha ido a veces varios siglos antes que la ciencia y que el humanismo o que algunas evoluciones en la legislación. El arte ha valorado la diversidad, la inclusión, nos ha reconectado con la vida. El arte en todas sus formas. Esa es la apuesta…
Genial!! Nos caería bien más de esa formas de trabajo, desde la parte de atrás del cerebro. Seguro hay en Nicaragua talentosas y potenciales.