Los hombres deben asumir su responsabilidad
La violencia que muchos hombres ejercen contra las mujeres, es una expresión clara de las relaciones desiguales de poder construidas a lo largo de la historia. En algunas sociedades como la nicaragüense, circulan muchas ideas que presentan esta violencia como problema privado, como meros excesos de algunos hombres o en el peor de los casos, como responsabilidad de las propias víctimas.
En esta edición de Cuerpos Sin-vergüenzas conversamos con Nolan Gómez, psicólogo y facilitador de procesos de biodanza y con Jordan Taisigüe, antropólogo y activista, con quienes ampliamos miradas sobre los significados hegemónicos de la masculinidad y su relación con la violencia.
El modelo hegemónico de la masculinidad
De acuerdo a Nolan, en sociedades machistas como Nicaragua, se espera que mujeres y hombres asuman roles y estereotipos, y en el caso de los hombres, se les socializa para cumplir dinámicas de control.
En esa construcción social del ser hombre, los hombres deben “apartarse de todo lo que tienda a ser femenino porque lo femenino tiende a estar subordinado a lo masculino (…) se aspira que el hombre sea violento, asuma riesgos, y no manifieste emociones”, dijo Nolan.
“Parecés mujercita, llorás como mujercita, golpeás como mujercita”, son para Jordan expresiones que denotan el rechazo a lo femenino en la aspiración estrecha de la masculinidad.
Desde la visión de un modelo hegemónico de ser hombre, Nolan manifiesta que “el ejercicio de poder es un premio y una estrategia que usa la violencia para subordinar a otros”.
Para Jordan, mujeres y hombres somos educados desde los dualismos bueno-malo, hombre-mujer, donde lo uno es opuesto a lo otro “nos interesa mucho definir quién tiene poder”.
Violencia como mecanismo de control
Desde la mirada de Jordan, la violencia constituye el centro de poder, es además idealizada en los medios de comunicación donde se construye un estereotipo de hombre, citando a “Rambo”, como un personaje del cine que enseña la automutilación, aguantar violencia y ejercerla sobre otros cuerpos.
La violencia se manifiesta como una mera demostración de poder, enuncia Jordan y sostiene que los hombres alardean de la violencia contra las mujeres aunque en su lenguaje quieran minimizarlo con expresiones como “fue solo un empujoncito”, esto para evadir la justicia y justificar sus agresiones.
Nolan refiere que la violencia contra las mujeres es la expresión más clara de poder y de dominio, es vista para los hombres como un “camino necesario para tener poder” ya que ellos aprenden a usar la violencia en cualquier sentido “como camino de imponerse, ganar, competir, tener éxito en dependencia que otro no lo tenga”.
Construir otras maneras de relacionarnos
Jordan considera relevante que gracias al feminismo hoy en día la violencia machista se cuestiona, se nombra y existen leyes que la sancionan y les dice a otros hombres que “la violencia nos aparta de la gente, nos hace menos personas, menos humanos”.
Nolan enfatiza que “este modelo hegemónico de masculinidad no nos ayuda a nada”. Insta a otros hombres a romper esas dinámicas de poder sobre otros/as, así como los hábitos cotidianos normalizados; asimismo, cree necesario entender de dónde vienen estas violencias y las consecuencias, asumirnos como personas con la capacidad de orientar a otras, ser educadores y sobre todo “romper el mito de la alianza entre hombres, tener apertura a eso que va contra lo hegemónico”.