En febrero del 2015 el Programa Feminista La Corriente lanzó la campaña de comunicación “Y vos ¿Cómo hacés el amor? para reflexionar sobre las ideas distorsionadas del amor y aportar a la construcción de relaciones amorosas basadas en la libertad y el respeto hacia las personas con quienes establecemos vínculos afectivos.
En las presentaciones que hemos realizado de esta campaña y en los procesos formativos que emprendemos desde La Corriente, hemos identificado la necesidad de reflexionar respecto al vínculo estrecho entre amor romántico y violencia machista.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos con dos jóvenes comunicadoras, Teresita Orozco y Neyibe Herrera, quienes partiendo de sus experiencias amatorias, compartieron con nuestra audiencia sobre cómo el ideal del amor romántico les ha afectado en sus relaciones.
¿Dónde aprendemos a amar?
Neyibe cuenta que creció en una familia profundamente católica, bajo el ideal de “el amor todo lo puede, todo lo alcanza, todo lo perdona”, porque desde el relato cristiano se nos dice que Jesús dio la vida por nosotras/os por amor.
Sus referentes en el aprendizaje del amor fueron su abuelo, a quien lo describe como machista y su abuela, quien también aprendió que amar es igual a soportar, en nombre de hijas/os y la familia en general “me confundí creyendo que ese era el camino”, dijo.
Teresita coincide en que estos modelos de amor romántico se aprenden desde la familia. En su vivencia, su referente fue su papá, a quien describe como el proveedor y un hombre súper fuerte. Sin embargo, ella se frustró cuando en su primera experiencia amatoria su pareja no era así.
Amor romántico y violencia machista
Desde sus experiencias de relaciones de pareja, nuestras invitadas manifiestan que el amor romántico afecta a las mujeres principalmente. “Gracias a Dios, a la vida y el universo que la Teresita de ahora es diferente”, ello con la ayuda de procesos de reflexión feminista, comentó Teresita.
Desde su vivencia ella piensa que las mujeres “sacrificamos el amor propio por el amor romántico”. Refirió que es evidente la relación poder y amor: “no soy tu ganado, no soy tu propiedad”, tuvo que decirle a un ex novio que la celaba excesivamente.
Neyibe por su parte dijo: “me perdí (…) dejé de amarme a mí misma. Perdí el norte (…) estaba renunciando a ser yo misma (…) dejé de hacer cosas que me gustaban (…) se nos dice que sin amor nadie puede vivir, hoy veo que esa enseñanza no es real”, refiere al narrar sobre su relación de pareja con un hombre joven. Describe la relación como un amor de cenas, rosas, chocolates, pero que fue para ella muy dañina emocionalmente “me creí un amor feliz (…) el camino fue duro”, continuó diciendo.
Aprendizajes
Neyibe le dice a otras mujeres que debemos querernos y amarnos tal y como somos y que en relaciones de noviazgo o de pareja, aprendan a identificar distintas formas de violencia. Insta a que las mujeres estudiemos, viajemos y que pensemos que enamorarnos no lo es todo en la vida.
Teresita y Neyibe sostienen que estas duras experiencias dejan grandes aprendizajes para que no vuelvan a ocurrir. Teresita afirma categóricamente que “el amor romántico existe, daña, mata”, pero que estas maneras distorsionadas de amar se pueden desaprender y poder así, amar de maneras distintas.