En el imaginario social de nuestra sociedad prevalece la idea de que los hombres son “valientes” frente al peligro y que las mujeres son “miedosas”. Este prejuicio sirve para afirmar que cierto tipo de actividades como las de socorrer a una persona que ha sufrido un accidente, es una labor propia de los hombres.
Las imágenes que con mayor frecuencia presentan los medios masivos de información en situaciones de guerra o de desastres ambientales, destaca en la mayoría de los casos, el heroísmo de los hombres que desafiando toda clase de peligros, salvan vidas. Las mujeres aparecen escasamente en estos escenarios, si bien sabemos que cada vez más mujeres se integran a esta valiosa labor.
En Nicaragua después del terremoto de 1931, se establece lo que hoy conocemos como la Cruz Roja Nicaragüense. Gran parte del trabajo que realiza esta institución es de carácter voluntario, y en sus equipos las mujeres son y han sido parte esencial del trabajo que realizan, muchas veces invisibilizado.
Para conocer de la experiencia y aprendizajes de las mujeres que hacen esta labor de salvar vidas, en esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas platicaremos con María Elena Caldera, Jefa Nacional de Damas Voluntarias de la Cruz Roja Nicaragüense y Massiel Meléndez, Jefa Departamental del Programa de Juventud de Managua en la Cruz Roja.
La labor de mujeres cruzrojistas
María Elena Caldera tiene 58 años de ser voluntaria en la Cruz Roja Nicaragüense “ahora ha cambiado mucho”, refiere al compartir sobre los cambios y los caminos que se han abierto para las mujeres al paso de los años.
Cuando ella se integró a la institución, las mujeres voluntarias eran un apoyo para los miembros del Consejo Nacional de la Cruz Roja. En la actualidad, las mujeres son parte activa de las diversas áreas de trabajo humanitario y también, ocupan cargos directivos.
María Elena primero colaboró con los bomberos en sus tiempos de colegio, luego tuvo acercamientos con la Cruz Roja, manteniendo este vínculo al paso de los años. Ella destaca que las mujeres y hombres cruzrojistas no solo salvan vidas, sino también, salvan la situación que se vive en momentos de catástrofes.
Para ella ser voluntaria y servir a otras personas es una gran satisfacción, puesto que el trabajo que ha realizado a lo largo de los años, le ha dado reconocimiento en la institución y en la calle. También le da mucha satisfacción ver la felicidad en las personas que está ayudando frente a determinada situación. Al hablar de las nuevas generaciones que se integran a la labor humanitaria afirma que “los jóvenes son el semillero de la cruz roja”.
Sobre estas nuevas generaciones nos habló Massiel. Ella explicó que desde el programa de juventud se capacitan en primero auxilios, realizan brigadas en colegios, promocionan principios y valores, y además, se forman en temas transversales como género, sexualidad, derechos sexuales y reproductivos, identidades de género, violencia, acoso callejero, ante la falta de espacios que aborden temas de interés para un cambio positivo, dijo Massiel.
Uno de los principales obstáculos a los que se ha enfrentado Massiel ha sido el cuestionamiento por hacer un trabajo voluntario, puesto que otras personas no reconocen el aporte personal y social de esta labor humanitaria.
Massiel comenta que una de sus mayores alegrías es asistir a mujeres y hombres de la tercera edad que padecen enfermedades crónicas o necesitan algún tipo de acompañamiento, con quienes además realizan diversas actividades lúdicas en los barrios desde el programa de juventud.
Les invitamos a escuchar y descargar esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas y conozcan más sobre el trabajo humanitario que diferentes mujeres realizan desde la Cruz Roja Nicaragua.