En la experiencia desarrollada por La Corriente durante la última década, resulta cada vez más clara la importancia que la sexualidad tiene para la construcción de nuevas comprensiones en el ejercicio de la ciudadanía activa.
Al cerrar el año 2016 publicamos “Del miedo y el silencio al reconocimiento”, un estudio que nos ayuda a comprender con mayor profundidad, el peso que el heterosexismo y la homo/lesbofobia tienen en las dinámicas familiares.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas platicamos con Luis Manuel Largaespada, uno de los padres que participó en el estudio y su hija Imara Largaespada, que se define como activista lesbofeminista. También nos acompañó Judit Abarca, activista lesbofeminista que igualmente participó en la investigación.
Proceso de aceptación y reconocimiento
Luis Manuel habló de su experiencia familiar en el proceso de aceptación y reconocimiento de su hija lesbiana. Afirmó que ha sido “bastante fuerte (…) un golpe duro” porque en nuestro país es un tema tabú y que pertenece a una generación educada a la antigua.
“Se me removió el cielo y la tierra”, dijo Luis Manuel y destaca que acercase a espacios feministas y LGBT mediante su hija, le ha sido de gran apoyo para reconocer que “si mi hija es feliz como es, yo soy feliz” y expresa que “son los padres quienes estamos dentro del clóset”.
Por su parte, Imara, sostiene que es muy fuerte para las compañeras lesbianas que sus referentes afectivos les rechacen por ser lo que quieren ser. Relata que padres, madres y otros familiares necesitan también su tiempo para procesarlo.
Ganancias y pérdidas
Imara arguye que reconocerse como lesbiana le ha dado la posibilidad de ser quien quiere ser, mostrarle a la sociedad que hay otras formas de ser mujer y constituir familias. Y menciona que en cuanto a las pérdidas, el rechazo familiar resulta doloroso para las compañeras lesbianas y produce muchos silencios.
En este sentido, Judit explica que esto denota una doble discriminación, por ser mujeres y ser lesbianas, lo que se traduce a misoginia y lesbofobia. De esta forma, las lesbianas tienen que poner todos sus esfuerzos para ser la mejor hija, hermana, la mejor estudiante, o profesional.
Politizar el ser lesbianas
Nombrase lesbianas es para Imara y Judit una postura política. Judit apunta que politizar va más allá de una experiencia erótica con otra mujer y que desde el feminismo hay debates pendientes para nombrar la existencia lesbiana.
Ambas reconocen que para el proceso de reconocimiento como lesbianas, es fundamental sentirse acompañadas y recomiendan acercase a colectivas donde puedan encontrar apoyos en sus procesos.
Luis Manuel como padre de una hija lesbiana, exhorta a familiares con experiencias similares, a conversar y ser apoyo en momentos duros para sus hijas e hijos.