Aunque la maternidad en nuestra cultura es exaltada como una vivencia llena de amor, armonía y felicidad, la realidad de las mujeres nicaragüenses demuestra que existen una serie de contradicciones de las cuales se habla poco y no se reflexiona, como secretos a voces que casi todas las mujeres viven, pero son guardados para no trastocar una de las instituciones sobre las cuales se asienta la feminidad tradicional.
De estas contracciones platicaron y reflexionaron las jóvenes que participan en el ciclo de formación en Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos impulsado por La Corriente, en donde las jóvenes reconocieron que el mandato de la maternidad como un hecho biológico asociado al embarazo y el parto es una realidad que pesa sobre la vida de las mujeres y que no permite elegir verdaderamente si se desea o no vivir esta experiencia.
Por medio de sus propias historias como hijas las jóvenes reconocieron características de la maternidad que rechazan y que no quieren repetir. «No quiero repetir lo que mi madre hizo, obligar a mi hija a casarse o a elegir pareja si no quiere» «no quiero repetir el sufrimiento que vivió mi madre, por estar al lado de un hombre que la maltrataba sólo por mantener a la familia» dijeron algunas jóvenes.
Asimismo, las que son madres compartieron las implicaciones que ha tenido para ellas vivir la maternidad en una sociedad que vigila y cuestiona constantemente a las mujeres. «Yo salí embarazada a los 16 años y no ha sido tan bonito… Es muy difícil el parto, el embarazo, la crianza, los cuidados, una pasa a segundo plano porque ya no se duerme tranquila, no tengo tiempo para mí. Al salir embarazada dejé de estudiar, tuve que trabajar y me llevaba a mi hijo al trabajo. Retomé los estudios, pero durante tres años me lo tuve que llevar a las clases» compartió una de las participantes.
Además, las jóvenes cuestionaron el supuesto «instinto maternal» que coloca a las mujeres como procreadoras, y las excluye de la creación histórico-cultural de la humanidad, por lo que las hijas e hijos deben ser educados bajo los parámetros establecidos por el patriarcado. De ahí se afirma que «las mujeres no tenemos linaje, es decir que nosotras ponemos la materia prima, pero quienes construyen el linaje son los hombres, somos vistas como recipientes para darle hijos al patriarca, al que hereda real y simbólicamente» explicó la facilitadora del taller, María Teresa Blandón.
A pesar de las complejidades y contradicciones de la maternidad, las jóvenes concluyeron el taller nombrando acciones que pueden emprender en la vida cotidiana para cuestionar la maternidad como destino de la vida de las mujeres: «defender mis deseos, dudar del deseo de ser madre, resistirme a la dependencia afectiva con la madre, ser coherente con mi sentimiento de no ser madre, trastocar los roles de género, hablar con otras mujeres jóvenes sobre el no deseo de la maternidad, entre otras.