Cristina Suaza, conocida por todo mundo como Cris Suaza, es una feminista colombiana de 69 años, organizadora del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (EFLAC), de donde surgió la tradición de los EFLAC en 1981. Estuvo de visita en Nicaragua y en su paso por La Corriente tuvimos la oportunidad de escuchar sus historias, conocer más del feminismo colombiano, debatir sobre temas que la persiguen – como ella misma dice – y dejarnos tocar por su contagiante alegría.
¿Quién es Cristina Suaza?
Mi nombre completo es María Cristina Suaza Vargas, pero realmente si preguntas tienes que decir Cris Suaza porque así es como me conoce todo el mundo. Mira yo soy colombiana, nací en Medellín pero vivo en Bogotá desde hace muchísimo, he vivido más de mi vida en Bogotá que en Medellín, es decir llegué a Bogotá como a los 22 años.
Yo soy una bibliotecóloga y documentalista, es decir, mi vida ha sido alrededor de los libros, me enamoré de los libros y todavía sigo. De mi familia podría decirte que mi papá es un obrero y mi mamá maestra, con siete hermanos, cuatro hombres y dos mujeres y tres conmigo. Me crié en un barrio popular que tiene un nombre bonito que se llama Aranjuez. Estos son como antecedentes pero yo personalmente soy una feminista convencida, una ratona de biblioteca muy convencida del feminismo porque ya no puedo ser de otra manera. Podría decir que desde el momento en que yo me asumí como feminista es una cosa que ya no te lo quita nadie, por lo menos a mí. Y no tiene nada que ver con pertenecer a un grupo, partido, agrupación, porque para mí el feminismo es una manera de mirar el mundo. Mientras pueda seguir viviendo y mirando el mundo seguiré siendo feminista.
Cris, a vos te conocemos como una de las fundadora de los Encuentro Feministas Latinoamericanos y del Caribe, ¿Cómo surgieron los encuentros, cómo llegaron a ser tan importantes y reconocidos?
El primer encuentro que se realizó surgió de una necesidad de América Latina. Estaba surgiendo el feminismo y queríamos compartir y ver cómo era; la pregunta que nos hacíamos era ¿Y eso del feminismo qué cosa es? Y ante esa necesidad y teniendo relación con muchos grupos, especialmente con partidos como el socialismo, no reunimos.
Entonces, después de varias vueltas por varios países, Colombia asumió realizar ese primer encuentro en 1981. Le pusimos encuentro porque no queríamos que fuera ni congreso ni seminario, sino que a ver cómo era conversar, encontrarnos, conocernos. Entonces en ese momento después de conocernos y encontrarnos pues ya no queríamos separarnos más.
Una de las primeras conclusiones de ese encuentro fue decir: “vamos a seguirlo haciendo cada dos años en distintos países”, algunos han sido cada tres por problemas en los países porque además de 300 mujeres que llegaron al primer encuentro el último que fue en 2011 llegaron 2,200, eso ha ido extendiéndose, ha sido como una bola de nieve que empezó a rodar y salió y creció y además como dice la Julieta Kirkwood, adquirió una dinámica propia, nadie es dueño, nadie es dueña de los encuentros, eso se va solo. Las primeras ya no tenemos nada de que ver, ni que ser responsables de lo que pasará en los siguientes, así surgieron los encuentros.
¿Por qué ser feminista en este tiempo, cuando se piensa que muchas luchas ya están conquistadas?
Es que eso de las luchas conquistadas no es una cosa tan cierta, porque si bien las mujeres hemos tenido avances en cuanto a educación, áreas de trabajo, participación política, falta todavía mucho. Cuando hay alguien que ha detentado el poder durante tantos siglos y tu llegas a decir: “pues no, señor curita, usted no tiene derecho a decidir sobre mi cuerpo, sino que soy yo la que decido”, ellos no te van a decir: “ sí claro, aquí les entregamos su cuerpo” (ríe). Ellos van a pelear.
Lo que está pasando es que hay personajes que no están muy contentos con esos cambios y que están tratando de echar para atrás incluso lo que ya se había logrado. Eso esencialmente en algunos temas como el aborto, la apertura para la diversidad…
Los socialistas y también los otros hablaban de una expresión que es “la recuperación”. Es que tu tienes una actitud frente a tus derechos y ¿qué hace el sistema? Absorve tu queja y tu ganancia y la coge como propia. Por ejemplo, el día de la no violencia contra las mujeres, que salió del primer encuentro (feminista), ahora es de Naciones Unidas, entonces ya perdió el carácter revolucionario, subversivo de lo que fue inicialmente; se vuelve una cosa que está en la cultura, peso sin mayor profundidad y la juventud muchas veces no sabe esto.
Nosotras tuvimos que pelear por el derecho a la noche, porque si te violan te dicen “¿qué andas haciendo a altas horas en la calle?”, ahora se puede salir por la noche, pero te siguen violando, no solo de noche, te violan de noche, a medio día, a toda hora…y esto pasa porque no se ha ganada todavía un espacio, una actitud de cambio. Yo no creo que el feminismo haya pasado de moda, ni va a pasar, solo creo que surgen otras perspectivas, otras maneras, ahora hablamos de feminismos, y está bien, mientras se siga buscando y se siga peleando.
¿Y qué diferencias o similitudes ves entre las luchas de ustedes cuando iniciaron y las feministas jóvenes actualmente?
Voy a hacer un símil. Normalmente cuando ya hay un camino que está trazado y que han caminado por ahí nuestras madres, nuestras abuelas, la vecina, todo el mundo… y tú caminas por ahí, es lo más fácil, no tienes que hacer nada. Cuando tu miras para otro lado y dices “yo quiero otro camino”, pero resulta que no hay camino, sino que tú tienes que abrirlo, eso es duro, es difícil. Lo que a nosotras nos tocó fue desbrozar, tumbar monte para poder abrir ese camino y ahí seguimos y ahora parte de ese camino ya aparentemente parece trazado para muchas jóvenes.
Creo que depende de cada país, pero las jóvenes están muy convencidas de sus derechos, de sus deberes también aunque no tanto, y nosotras también, pero en mi época no estaba claro que las mujeres tenían derechos y que había que respetarlos. A veces me pongo un poco triste porque hay muchas jóvenes y grupos que no quieren saber cómo fue ese camino, no quieren saber cómo fue la trayectoria, y brincan del camino ya trazado, van y vienen y así las cosas son más difíciles para todas.
¿Qué le ha dejado el feminismo a tu vida Cris?
De eso si puedo decir mucho. El feminismo para mí, en la medida en que me cambió la mirada, me dejó estar contenta conmigo, que no me haya hecho ninguna cirugía, y no crea que ya me volví fea por estar vieja o no teñirme las canas o que la barriguita o que todas esas cosas. Por ejemplo para mí nunca fue preocupación, no me voy a hacer cirugía de párpados, que se caigan, la vejez es también belleza, también hay belleza en la vejez no solo en la juventud.
Me dejó una ligereza en cosas cotidianas como en mi manera de vestir o de hablar. Una cierta ligereza en la manera de cómo me puedo mover en el mundo sin miedos. Muchas tenemos muchos miedos, de no salir de las casas, del entorno, de no tener alguien al lado que nos proteja…Yo tengo un mundo propio que no es la familia nuclear, es lo que yo llamo mi familia extensa que me permite tener siempre ayuda, apoyo.
Yo aprendí a querer a las mujeres porque antes las mujeres no podíamos ser amigas porque siempre estábamos en competencia, no era mi caso pero estoy hablando en general y también en la revolución inmediatamente discriminábamos a otras mujeres, incluso a las muchachas muy “barbies” les decíamos gallinitas (ríe). El feminismo –chin- me abrió el tercer ojo, me puse a ver cuál era la situación, ver porqué existían o existen estas barbies y no es que me vaya a enamorar de las barbies, pero las puedo respetar.
La capacidad de poder vivir sin muchas propiedades, sin muchas cosas, porque el feminismo también cuestiona lo que es el consumismo, todo el mal manejo del medio ambiente, del planeta, el odio que produce la guerra, eso por ejemplo también me ha dado el feminismo y son cosa que agradezco mucho, para mi vida eso es enriquecedor.
Me liberé de Dios sí, voy a explicar, más que todo de la religión católica que es donde nací y que nunca me preguntaron si quería yo ser o no. Fue fácil lo de dejar de ir a la iglesia, a las misas, a los curas, al Papa, no son personajes que hayan influido en mi vida. Considero que la iglesia católica tiene mucho que ver con el atraso, en la medida en que Dios es el que decide no puedes tomar tus propias decisiones.
También otra cosa que es importante es mi sexualidad y mi decisión muy importante de no tener hijos, no tengo ninguna culpa, no me hace ninguna falta, tengo relaciones muy maternales, porque tenemos hombres y mujeres la cuestión con la maternidad y la paternidad. El hecho de no haber parido hijos no me impide disfrutar, conocer y aportar para la juventud qué es lo que quiero.
Me aportó algo muy importante y es que yo tenía que ser la dueña de mi cuerpo y en esa medida yo era la que tenía que tomar la decisión, cuándo, cómo y con quién tener hijos, y si no se puede y si no se quiere, entonces no tenerlos.
¿Qué le hace falta al feminismo hoy? ¿Para vos cuál es el futuro del feminismo latinoamericano?
Estamos hablando del feminismo (ríe) como un ente fuera, como si fuera un partido y no es. Yo no lo veo así como que fuera un movimiento, un partido o un grupo. Creo hace falta que haya más empatía entre las generaciones, entre las razas para poder asumir, esa creo que es la palabra, estas otras maneras de vivir. Le está sobrando institucionalidad, en muchos países hallás la oficina de la mujer, la consejería, la secretaría, la no sé qué. Tal vez podría decir cosas que no deberíamos hacer como aceptar que el Estado nos absorba, nos chupe y que de ahí salgan cosas que deberían ser asumidas no solo por mujeres, porque en ese caso para mí, no son (acciones) necesariamente feministas.
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