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CUERPOS POLITICOS DEL FEMINISMO

Los cuerpos de las mujeres han sido lugares simbólicos y materiales objeto de toda clase de restricciones y violencias, pero también de resistencias que constituyen el centro de las prácticas y teorías políticas feministas. Cuerpos de mujeres, cuerpos políticos con recorridos plurales y diversos fueron parte de los contenidos abordados en el seminario “Los Cuerpos Políticos del Feminismo”, impartido por la Doctora Mari Luz Esteban y organizado conjuntamente por Aula Propia y el programa Feminista La Corriente, los días 26 y 27 de julio.

 La mujer, las mujeres, nuevas categorías.

Como señala Mari Luz Esteban el cuerpo de las mujeres ha sido un lugar de enajenación  vía regulaciones directas e indirectas, pero también de reivindicación y rebeldía.

El cuerpo de las mujeres desde la biomedicina fue presentado con unos datos biológicos uniformes  e inferiores, que planteaban necesidades homogéneas en el ámbito de la salud; negando la existencia de mujeres que por sus prácticas y modos de estar, han dejado de serlo.

La medicina ha jugado un papel relevante en la reproducción de una imagen homogénea del cuerpo de las mujeres y de exagerar las diferencias con los cuerpos masculinos. En tal sentido señala que  “incluso las feministas seguimos usando la idea de que la mujer tiene más en común que diferencia, como si todas fuéramos iguales por tener un cuerpo reproductivo. Sabemos que hay diferencias entre jóvenes, adultas, lesbianas, etc. pero seguimos combinando esa idea de un cuerpo femenino único”, afirmó la expositora, que también es médica con amplia experiencia en el ámbito de la salud.1

De ahí que Esteban enfatiza en la necesidad de cuestionar la naturalización y homogenización de los cuerpos de las mujeres; el androcentrismo que presenta los cuerpos masculinos como la medida para el desarrollo de la ciencia; y la medicalización como forma de mantener el control sobre los cuerpos de las mujeres.

El feminismo ha hecho teoría política sobre la categoría “mujeres”  a partir de las críticas planteadas durante la década de los 80 por mujeres negras y lesbianas principalmente,  dando paso a una comprensión plural capaz de reflejar la diversidad de experiencias de opresión y resistencia de las mujeres.

Reconociendo la importancia de construir nuevas categorías para reconocer la diversidad de cuerpos capaces de transformarse, Esteban advierte del peligro de reificación de lo masculino y femenino en clave binaria, así como de la reproducción de nuevas formas de etnocentrismo.  En tal sentido afirma que más  allá de la sexualidad y la estética de los cuerpos colocada en el centro de la teoría queer, estos se construyen en determinados contextos en donde intervienen otras categorías como la clase y la etnia.

En el mimo sentido analiza lo trans en un sentido integral como transgresión y modificación de identidades, incluyendo a mujeres que han dejado de serlo en la medida que han subvertido mandatos que presentan a las mujeres como buenas madres, atrapadas en el miedo, pasivas, obedientes, con una estética uniforme, románticas y dedicas al servicio de los demás.

Los cuerpos como agentes

Esteban reflexionó sobre la necesidad de ver los cuerpos como agentes, es decir,  visibilizar la capacidad de actuación  aún en las condiciones más adversas; lo que se convierte en un reto para las feministas muchas veces acostumbradas a ver a las mujeres como cuerpos víctimas con poca o nula capacidad de actuar, de resistir, de modificar sus entornos.

6Otorgar a los cuerpos agencia significa, según la expositora, reconocer que no existen cuerpos independientes de sus contextos, que ambos se influencias recíprocamente y se modifican; permitiendo construir nuevas narrativas liberadas de la dualidad de género.

Se trata de recuperar el cuerpo en interacción con diversas categorías  que van mas allá del género, si bien lo incluyen; cuerpos en relación, cuerpos que describen la realidad a partir de lo que hacen y sienten; cuerpos que tienen potencia para cambiar sus propios contextos.

Los cuerpos políticos del feminismo y sus límites.

Entender las transgresiones de los cuerpos como un acto político pasa por reconocer experiencias personales que contradicen la feminidad tradicional y que al ser politizadas se convierten en reivindicaciones públicas.  Así, las feministas hemos hecho de las transgresiones una apuesta política que se expresa en los cuerpos de mujeres que en diferentes contextos reivindican nuevos contenidos y formas de ser y estar en el mundo.4

Como señala Mari Luz estas nuevas configuraciones corporales que el feminismo ha construido para transgredir, denunciar y resignificar no han estado exentos de contradicciones y conflictos que merecen ser retomados para el aprendizaje del movimiento feminista nicaragüense:

  • Mirada centrada en la biomedicina: Aún se siguen desarrollando acciones, campañas, procesos de formación, etc. centrados en la reproducción, asumiendo los discursos de la medicina que homogenizan los cuerpos de las mujeres.
  • La sexuación como rasgo fundamental de diferenciación entre hombres y mujeres.  Al respecto se pregunta  a la vez que propone romper con la dualidad del sexo si ¿Realmente el sexo nos diferencia tanto a hombres y mujeres?”.
  • Erotismo-hedonismo. La expositora afirma que si bien hemos trabajado la dimensión erótica-pornográfica en contextos en que las mujeres se han convertido en cuerpos “disponibles”,  no hemos convertido el hedonismo, el placer en todas sus expresiones en discurso político.
  • Edad, clase social.  Cuestiona que en ciertos contextos se privilegia en las acciones feministas la visibilización de cuerpos jóvenes, blancos, lo cual no permite aprovechar el potencial de las mujeres viejas, negras, rurales, trabajadoras domésticas.
  • Los límites de la acción que se presenta sobre todo en el abordaje de la violencia, donde se suelen brindar mensajes contradictorios a las mujeres que limitan su  capacidad de autodefensa y de acción frente a la agresión.

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