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SER VIOLENTE TE HACE MENOS 

Cerca de 100 estudiantes de ciencias económicas y empresariales se dieron cita el día de ayer en el auditorio Roberto Terán para participar en la presentación de la campaña de comunicación “Ser violento te hace menos”, producida por el Programa Feminista La Corriente.

Para María Teresa Blandón la violencia machista tiene en su origen la configuración de identidades de genero construidas en clave de poder, en donde los hombres representan el polo dominante y las mujeres son consideradas lo diferente, deficiente e inferior. En tal sentido señaló: “la violencia tiene su origen en la socialización misma del género; es desde nuestros hogares donde se nos enseña que la figura masculina representa la autoridad, la ley y el orden”.

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Por su parte Elvis Salvatierra explicó la metodología con que se produjo la campaña, incluyendo la realización de encuestas con hombres jóvenes urbanos y rurales, incluyendo universidades públicas y privadas en donde se constató el peso de las ideas que otorgan a los hombres el poder de normar el comportamiento de las mujeres y la violencia como un recurso para establecer límites y restricciones.

Una de las jóvenes asistentes que participó en la ronda de comentarios destacó la importancia de campañas como esta, que permiten reconocer que “las mujeres tenemos un papel importante en la lucha contra la violencia machista, pero los hombres deben tomar plena conciencia de que ellos son los principales agresores”.

“Ser violente te hace menos” seguirá presentándose en todo el territorio nacional durante los próximos meses.

Jóvenes atentos a la ponencia a cargo de María Teresa Blandón.

Jóvenes atentos a la ponencia a cargo de María Teresa Blandón.

La Corriente, presentando sus campañas

El pasado 23 de septiembre presentamos la campaña de comunicación “Ser violento te hace menos” con 65 estudiantes del Colegio Clementina Cabezas ubicado en el barrio San Judas de Managua, actividad que fue posible gracias a la colaboración de jóvenes líderes del Centro de Comunicación y Educación Popular Cantera.

“Maltrato”, “control” y “abuso” son algunas de las palabras que las y los adolescentes asocian con violencia machista y reconocen que es “un problema común en su comunidad” y que frecuentemente aparece en los medios de comunicación.

Franklin Hooker del Programa Feminista La Corriente, compartió con el grupo reflexiones en torno a la violencia machista y las formas en las que se manifiesta, que van desde las más visibles hasta las más disimuladas.

El acoso sexual callejero fue identificado como una de las expresiones de la violencia machista que está presente en la cotidianidad de adolescentes y jóvenes.

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Los adolescentes reconocen haber “piropeado”, es decir, silbar, mirar lascivamente o decirle “cosas” a las chavalas solos o en grupos. Contradictoriamente, reconocen que les disgustaría si las mujeres cercanas a sus vidas pasaran por una situación de estas en presencia de ellos.

Durante la actividad también reflexionamos sobre los contenidos sexistas que se difunden a través de la música, las telenovelas, las películas en donde los hombres ejercen prácticas de dominación y control sobre los cuerpos de las mujeres, mientras que las mujeres son presentadas como seres débiles, ingenuas, sometidas a la voluntad masculina.

Con esta campaña el Programa Feminista La Corriente se propone contribuir con la comprensión de los significados de la masculinidad/feminidad particularmente por parte de adolescentes y hombres jóvenes, como medio de prevención de la violencia machista. La presentación culminó con la muestra y entrega de materiales de la campaña.

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VIVIR LIBRES DE VIOLENCIAS

Hace 10 años que el Estado de Nicaragua derogó la figura legal del aborto terapéutico el cual estuvo vigente desde 1879, hasta Octubre del 2006. La penalización total del aborto se dio en un contexto electoral en donde los principales partidos políticos difundieron un falso discurso de defensa de la vida para congraciarse con líderes de iglesias fundamentalistas y misóginas.

En ese debate de nada valieron los argumentos presentados por la Sociedad de Ginecología y Obstetricia, cuyos argumentos científico- éticos irrefutables defendían la necesidad de mantener el aborto terapéutico en la legislación, para proteger la vida y la salud de las mujeres, en un país que presenta altas tasas de mortalidad materna (125 por 100,000 nacidos vivos); en donde el 28% del total de embarazos ocurren en niñas y adolescentes menores de 18 años; y en donde cada año 35,000 adolescentes tienen un embarazo no planificado.

Después de la penalización absoluta del aborto se ha incrementado el porcentaje de muertes obstétricas indirectas. Solo entre el 2012 y 2013, el 47% de las muertes maternas que ocurrieron a nivel nacional se podrían haber evitado si les hubiesen practicado la interrupción del embarazo. En este período las estadísticas también reflejan causas de muerte que no aparecían antes de la penalización absoluta, tales como el embarazo ectópico. Hay evidencias de mujeres embarazadas a quienes se les ha negado o retrasado el tratamiento contra el cáncer, para supuestamente favorecer el desarrollo del feto.

También hay casos de atención tardía en hospitales públicos a mujeres que llegan con un aborto en proceso, algunas de las cuales han muerto porque el personal médico no realizó la intervención correspondiente por miedo a ser acusados de practicar un aborto.

Las organizaciones feministas de Nicaragua volvemos a interrogar al Estado de Nicaragua sobre ¿Cuáles son los asideros que llevaron a los legisladores y al presidente de la república, a decidir que las mujeres con embarazos de riesgo no son titulares del derecho a la vida y deben morir en el intento de generar una nueva vida a costa de la propia? ¿Cuáles son las implicaciones éticas en la cuales el personal médico obliga a las mujeres a pasar por situaciones extremas de sufrimiento y riesgo, incluso de muerte?

La penalización absoluta del aborto nos habla de un Estado que no reconoce el derecho a la vida de las mujeres, especialmente de las que viven en condiciones de pobreza, creando situaciones que no solo distorsionan el sentido de la maternidad (dar vida pero sin perder la propia, cuidar y disfrutar de la nueva vida generada); sino que convierten el embarazo en un factor de miedo frente a un Estado que aparece como VERDUGO y no como, lo que en teoría debe ser, un estado garante de los derechos humanos sin ningún tipo de discriminación.

Nicaragua constituye un claro ejemplo de cómo el Estado puede invocar la protección de la vida como fetiche, y provocar con leyes injustas, la muerte de miles de mujeres que han sido obligadas a vivir en condiciones de pobreza, discriminación y violencia.

La penalización absoluta del aborto también constituye una forma de violencia estatal contra las mujeres, no solo porque les niega el derecho a la vida y la libre elección, sino porque naturaliza los embarazos productos de la violación. Solo entre los años 2009 y 2012 la Policía Nacional reportó 2,790 denuncias por violación en contra de niñas menores de 14 años. Datos del Instituto de Medicina Legal para el 2013 señalan que de un total de 5,616 víctimas de violencia sexual, 6 de cada 10 eran menores de 13 años. De acuerdo con el Ministerio de Salud entre 2009 y 2012 se registran 6,404 partos de niñas entre 10 y 14 años. Esas niñas que han sido víctimas de abuso sexual, están siendo obligadas por el Estado a llevar a término embarazos que ponen en riesgo su vida, su salud y su desarrollo integral.

La violencia que sufren niñas, adolescentes y mujeres en general, se reproduce y legitima producto de la impunidad. El Estado de Nicaragua aprobó en el año 2012 una Ley Integral contra la violencia de género que once meses después reformó mediante un decreto presidencial ilegal, el cual entre otros aspectos modifica el propio objeto de la ley colocando como sujeto de protección a “la familia”, tipificando el delito de femicidio solo cuando ocurre dentro del hogar de las víctimas e incluyendo la mediación para favorecer a los agresores.

Para completar el desmantelamiento de las instituciones estatales encargadas de prevenir y sancionar la violencia machista, en el año 2015 la Policía Nacional desarticuló la red de comisarías de la mujer y la niñez dejando un vacío que impide la interposición de denuncias.

Frente a la penalización del aborto y la reforma a la Ley Integral contra la violencia de género, el movimiento feminista ha interpuesto recursos por inconstitucionalidad ante la Corte Suprema de Justicia para que confirme la ilegalidad de ambas leyes que contradicen postulados de la Constitución Política y los marcos internacionales de Derechos Humanos.

Respalda esta legítima demanda ciudadana las observaciones del Comité de CEDAW, el Comité de Derechos Humanos, el Comité de Derechos Económico Sociales y Culturales y el Comité contra la Tortura, quienes han recomendado al Estado de Nicaragua: Revisar la legislación relativa al aborto con miras a suprimir disposiciones punitivas; la no penalización a profesionales de la medicina en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales; proporcionar servicios de calidad para el tratamiento de las complicaciones derivadas de abortos realizado en condiciones peligrosas; adoptar medidas para ayudar a las mujeres a evitar embarazos no deseados.

No nos cansaremos de exigir justicia. Tenemos derecho a la vida, tenemos derechos a vivir libres de violencia, tenemos derecho a decidir.

Nicaragua, septiembre 2016.

Una edición en el marco de nuestra campaña: Ser violento te hace menos 

El acoso sexual callejero constituye una expresión más de la violencia machista que se manifiesta sobre los cuerpos de mujeres de todas las edades. Solo en Managua 9 de cada 10 mujeres aseguran haber enfrentado este tipo de violencia según datos del Observatorio contra el Acoso Callejero (OCAC-Nicaragua).

En esta edición de Cuerpos-Sin Vergüenzas continuamos profundizando en las causas estructurales de la violencia machista y para ello nos acompañaron en cabina Estrella Lovo, activista feminista e investigadora de las repercusiones del acoso sexual callejero y Morgana Rodríguez, quien recientemente denunció públicamente una situación de agresión sexual que vivió en una unidad de transporte.

Acoso sexual callejero no es enamoramiento

Estrella comparte que cuando se habla de acoso sexual callejero es importante diferenciarlo de “enamoramiento” puesto que este tipo de violencia tiene una evidente connotación sexual “la cultura de la violación ha hecho que se justifique el acoso sexual”, enunció.

Afirma que al considerar al acoso callejero como parte de la cultura, esto impide verlo como violencia. Sostiene que este tipo de agresión ocurre bajo una lógica de relación de poder “se reafirman los hombres dueños del espacio público”, comenta.

Estrella Lovo

Estrella Lovo

Existen diversas formas de manifestación: el acoso gestual verbal y el acoso físico que incluye persecuciones que pueden terminar en abuso sexual. A pesar de lo grave que resulta esta violencia machista, los hombres tienen la percepción que el acoso sexual es una manera de entretenimiento, explica Estrella, agregando que los hombres reafirman su hombría en la medida que marcan estatus de poder frente a otros coetáneos.

Estrella nombra como “complicidad patriarcal” el hecho que hayan muchos hombres que apoyan al acosador y culpabilizan a la mujer.

Denuncia pública

El primero de septiembre la joven Morgana Rodríguez hizo una denuncia pública desde las redes sociales virtuales al sufrir acoso sexual en una unidad de transporte y las autoridades policiales actuaron en completa complicidad con el agresor sexual.

Morgana relata que esa tarde regresaba a casa en la ruta 133 y que en el sector de Linda Vista en Managua comenzó a sentir que un hombre se acercaba demasiado a ella y notó que este hombre hacia evidentes gestos de excitación sexual mientras rozaba sus genitales en su hombro, aprovechando que la ruta venía llena.

Morgana Rodríguez

Morgana Rodríguez

Al bajar de la ruta este agresor sexual también lo hizo, ella comenzó a pedir ayuda al sospechar que podía darle persecución. Trabajadores de la Alcaldía llamaron a una patrulla policial y en la estación policial le hicieron preguntas como “¿Estás segura que vas a denunciar?

En la estación de policía le aseguraron que se trataba de una “agresión leve”, llamaron al agresor como “moclín”, “enfermo”. Morgana asegura que no querían levantar la denuncia y que a ella le dijeron “alborotista”. No ofrecieron más opciones que firmar una mediación y aunque ella se opuso rotundamente, le dijeron que firmara, solo podían dejarlo detenido dos días; sin embargo, la joven denunciante vio libre a Arnulfo Antonio Martínez, el agresor sexual, antes que pasara ese tiempo.

No nos podemos quedar calladas

Estrella afirma que sí es un delito grave que un hombre realice actos lascivos o tocamientos a otra persona sin su consentimiento y que está contemplado en el Código Penal Nicaragüense. Manifiesta que no se trata de un trastorno mental o enfermedad, que quien comete esta forma violencia está ejecutando un delito y se debe actuar siempre que ocurra.

Morgana y Estrella instan a que otras mujeres que pasen por estas situaciones a que no se queden calladas, que denuncien por las vías a las que tengan acceso porque evidenciarlo es también una forma de defensa. Instan a que se rompa con la “complicidad patriarcal”, a la sororidad entre mujeres y “defendernos en manada”, apunta Estrella.

LAZAMIENTO EXITOSO 

Con este provocativo lema, este 31 de agosto en las instalaciones del Programa Feminista La Corriente lanzamos la campaña de comunicación: Ser violento te hace menos. Alrededor de 160 personas –mayoritariamente jóvenes- fueron partícipes de la presentación de esta propuesta dirigida a un público joven y masculino.

Con la obra de teatro cabaret “Ser Como el Aire Quisiera” puesta en escena por el Grupo de teatro feminista 8 de marzo, se recrearon los escenarios de la violencia y los obstáculos estructurales que enfrentan las mujeres y las organizaciones que trabajan por su erradicación.

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María Teresa Blandón nos habló sobre las causas estructurales de la violencia machista, cuyo centro lo podemos encontrar en la construcción de masculinidades dominantes y feminidades sometidas: “Ser hombre en esta sociedad es ser viril, ser viril es ser potente y ser potente es poder dominar a los seres considerados débiles e inferiores”, destacó en su intervención.

Esta idea que asocia la masculinidad con el poder de dominación se expresan en la violencia que muchos hombres ejercen contra mujeres, contra otros cuerpos feminizados y entre los hombres. Se trata de afirmar un pacto de poder masculino, en donde los hombres compiten entre sí para demostrar virilidad sexual, fuerza y capacidad de dominación.

Asimismo, señaló que la violencia forma parte de una pedagogía en donde intervienen las familias, las religiones, las instituciones públicas, el mercado y los medios de comunicación. En relación a estos últimos y citando a Rita Segato, desataco que estos llevan a cabo una “pedagogía de la crueldad” por medio de la cual se convierte el sufrimiento de las mujeres en espectáculo.

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Finalmente se presentaron los materiales de la campaña que incluyen viñetas radiales, vallas de carretera, calcomanías, camisetas y el manual: “Violencia machista. Un problema de poder”

Esta campaña que interpela a los hombres a hacerse responsables de la violencia que ejercen en contra de las mujeres, niñas, niños, adolescentes y otros cuerpos feminizados será presentada en universidades, centros educativos, organizaciones de mujeres y jóvenes de diferentes territorios de todo el país.

Con esta campaña también estamos invitando a todos los hombres jóvenes a “reflexionar sobre los significados y las prácticas que han acompañado su experiencia de hacerse hombres´” y aportar ideas que abonen a los procesos de cambio para terminar con todas las formas de violencia.

Desde el equipo de La Corriente agradecemos a todos los medios de comunicación que dieron cobertura al lanzamiento de la campaña.

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Aquí podés escuchar las viñetas radiofónicas que forman parte de los materiales de la campaña:



Los hombres deben asumir su responsabilidad 

La   violencia   que muchos hombres   ejercen   contra   las   mujeres,     es   una expresión   clara   de   las   relaciones   desiguales   de   poder   construidas   a   lo largo de la historia. En algunas sociedades como la nicaragüense, circulan muchas ideas que presentan esta violencia como problema privado, como meros excesos   de   algunos   hombres   o   en   el   peor   de   los   casos,   como responsabilidad de las propias víctimas.

En   esta   edición   de  Cuerpos   Sin-vergüenzas   conversamos con Nolan Gómez, psicólogo y facilitador de procesos de biodanza y con Jordan Taisigüe, antropólogo y activista, con quienes ampliamos miradas sobre los significados hegemónicos de la masculinidad y su relación con la violencia.

El modelo hegemónico de la masculinidad

De acuerdo a Nolan, en sociedades machistas como Nicaragua, se espera que mujeres y hombres asuman roles y estereotipos, y en el caso de los hombres, se les socializa para cumplir dinámicas de control.

En esa construcción social del ser hombre, los hombres deben “apartarse de todo lo que tienda a ser femenino porque lo femenino tiende a estar subordinado a lo masculino (…) se aspira que el hombre sea violento, asuma riesgos, y no manifieste emociones”, dijo Nolan.

“Parecés mujercita, llorás como mujercita, golpeás como mujercita”, son para Jordan expresiones que denotan el rechazo a lo femenino en la aspiración estrecha de la masculinidad.

Desde la visión de un modelo hegemónico de ser hombre, Nolan manifiesta que “el ejercicio de poder es un premio y una estrategia que usa la violencia para subordinar a otros”.

Para Jordan, mujeres y hombres somos educados desde los dualismos bueno-malo, hombre-mujer, donde lo uno es opuesto a lo otro “nos interesa mucho definir quién tiene poder”.

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Nolán Gómez

Violencia como mecanismo de control

Desde la mirada de Jordan, la violencia constituye el centro de poder, es además idealizada en los medios de comunicación donde se construye un estereotipo de hombre, citando a “Rambo”, como un personaje del cine que enseña la automutilación, aguantar violencia y ejercerla sobre otros cuerpos.

La violencia se manifiesta como una mera demostración de poder, enuncia Jordan y sostiene que los hombres alardean de la violencia contra las mujeres aunque en su lenguaje quieran minimizarlo con expresiones como “fue solo un empujoncito”, esto para evadir la justicia y justificar sus agresiones.

Nolan refiere que la violencia contra las mujeres es la expresión más clara de poder y de dominio, es vista para los hombres como un “camino necesario para tener poder” ya que ellos aprenden a usar la violencia en cualquier sentido “como camino de imponerse, ganar, competir, tener éxito en dependencia que otro no lo tenga”.

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Jordan Taisigüe

Construir otras maneras de relacionarnos

Jordan considera relevante que gracias al feminismo hoy en día la violencia machista se cuestiona, se nombra y existen leyes que la sancionan y les dice a otros hombres que “la violencia nos aparta de la gente, nos hace menos personas, menos humanos”.

Nolan enfatiza que “este modelo hegemónico de masculinidad no nos ayuda a nada”. Insta a otros hombres a romper esas dinámicas de poder sobre otros/as, así como los hábitos cotidianos normalizados; asimismo, cree necesario entender de dónde vienen estas violencias y las consecuencias, asumirnos como personas con la capacidad de orientar a otras, ser educadores y sobre todo “romper el mito de la alianza entre hombres, tener apertura a eso que va contra lo hegemónico”.