El pasado 21 de marzo se conmemoró el día mundial de la poesía y el 27 de marzo, el día mundial del teatro. Estas fechas nos convocan a reconocer el aporte que muchas mujeres poetas y teatreras hacen para ofrecernos espacios de placer y de libertad.
El teatro y la poesía hecho por mujeres, constituyen una alternativa para cuestionar y transgredir mandatos opresivos, denunciar las desigualdades y proponer otras maneras de estar en el mundo.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos sobre las mujeres que hacen poesía y teatro comprometido con la búsqueda de un mundo mejor para todas y todos. En cabina nos acompañaron la poeta Elena Pereyra y la actriz de teatro Ingrid Massoud.
“La que escribe los cuentos que no son cuentos”
Para Elena Pereyra hacer poesía es una pasión, un oficio, es una herramienta que sirve para construir y deconstruir “es una forma de expresión y una responsabilidad como testigo de mis tiempos y actora social, reconociéndome dueña de una voz y haciendo uso de la palabra llevo mi línea de pensamiento, que si me da gana y si me dejan, puedo emplearlo como un espejo, un arma, una trinchera”, describe Elena.
Desde su mirada, históricamente el arte ha estado ligado a la denuncia social y la construcción de ciudadanía “los artistas han sido termómetros que alertan y denuncian los procesos ilegítimos y los grandes males sociales”. No todo lo que ella escribe es biográfico, comenta que es conocida como “la que escribe los cuentos que no son cuentos”. También escribe ficción y lo que ella llama “sincericidios” desde una realidad que duele y provoca “somos personas altamente sensitivas y tenemos la necesidad de expresarnos”, detalla Elena.
“Tuve una historia de terror”, dijo Elena al compartir que uno de los temas más recurrente en sus textos es el femicidio. Como poeta le gusta contar historias, escribir sobre la verdad, poner el dedo en el renglón, hacer visible lo invisible en lo cotidiano, para desnaturalizar lo que parece natural. Sus textos se nutren de todas las dimensiones de la realidad social, desde lo político, económico, cultural y lo ecológico.
A hombres y mujeres que quieren incursionar en la creación cultural les dice que “nada debe frenar nuestro impulso creativo cuando sabemos que eso le da sentido a nuestra vida”. Insta a que se formen, se equipen, se nutran como artistas.
Hacer teatro en Nicaragua es una odisea
Ingrid Massoud hace teatro desde el año 2013. Relata que hacer teatro en Nicaragua “es un sacrificio por el contexto del país donde desarrollar una disciplina artística es difícil por la falta de apoyo que nos encontramos muy a menudo”, es por ello que afirma que “hacer teatro en Nicaragua es una odisea”.
Ingrid es integrante del Grupo de Teatro Ágora y también ha colaborado con el grupo de teatro cabaret feminista Las Hijas del Maíz. Para esta teatrera “el arte en general, teatro, música o poesía, es una forma para expresar toda esa rabia que llevamos adentro (…) el arte es denuncia social. Viene en nuestros genes esa incomodidad que sentimos (…) la pasión nos mueve a todos los artistas, esa sensibilidad que traemos todos”, disertó.
Una de las razones que la convoca para hacer teatro es generar conciencia en el público, lo que para ella es una herramienta poderosa que ofrece el teatro. El mensaje que deja a quienes desean seguir el camino de la producción artística es que “siempre es de vital importancia para la salud y el espíritu, hacer lo que nos realiza como personas”. Exhorta a que cultiven su talento y no tiren la toalla, pues “siempre habrá piedras en el camino, pero lo que importa es lo que nos realiza como personas”.