En palabras de la poeta Elena Pereira, en medio de esta crisis que atraviesa el país, las y los artistas “han abrazado la protesta social, han sido testigos y narradores de la realidad que vivimos, han expuesto lo que incomoda, enfada, duele, enluta, con la finalidad de crear una memoria colectiva y dejar un registro que permita recordar, han sido micrófono y amplificador de un canto, un clamor del pueblo, dando a conocer al mundo lo que está pasando en Nicaragua”.
Con el estallido de abril, nació un potente movimiento de artistas jóvenes que habían sido silenciados por el ruido de una música comercial ensordecerá o por el predomino de artistas de otros lares. Durante los últimos dos años explotó por así decirlo, un movimiento espontáneo que terminó auto designándose como musiva vandálica, en directa alusión a los insultos proferidos por Rosario Murillo a quienes participan en las protestas en contra del régimen.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos con Ana Verónica Sánchez Narváez, violinista y cantante de la Universidad de Artes Musicales en Costa Rica. Con ella reflexionamos sobre el papel que ha jugado la música en estos tiempos de búsqueda de auténticas transformaciones para la sociedad nicaragüense.