ABORTAR ES UN DERECHO HUMANO.

En el mes de octubre del año 2006, apenas un mes antes de los comicios presidenciales, la Asamblea Nacional derogó de la figura del aborto terapéutico del Código Penal vigente. A inicios del 2007 este mismo poder del Estado penalizó de manera absoluta el aborto.

En este mes de octubre se cumple una década de la penalización total del aborto. Durante todo esto tiempo, múltiples han sido las acciones desarrolladas por diversos colectivos y redes feministas en defensa de la despenalización del aborto.

En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos con Fátima Millón y Dolly Mora, integrantes del Movimiento Feminista de Nicaragua para profundizar en las implicaciones que la penalización del aborto tiene sobre la vida de las mujeres.

¿Cómo ocurre la penalización absoluta del aborto en Nicaragua?

Fátima Millón explicó que la penalización total del aborto en nuestro país fue producto de un pacto entre el FSLN, el PLC y todas las estructuras religiosas, tanto de la iglesia evangélica como católica.

Dolly Mora añade que este pacto ocurrió en un contexto electoral en donde el FSLN buscaba regresar al poder y de esta forma “negociaron sobre la vida de las mujeres”, sin importar las implicaciones que esto traería sobre todo en la vida de las mujeres más pobres del país.

Consecuencias de la penalización del aborto

Ambas invitadas coinciden en que haber negado el derecho de las mujeres a abortar, obliga a que éstas busquen opciones desde la clandestinidad, exponiéndolas a altos riesgos en la desesperación por interrumpir un embarazo no deseado.

Fátima enfatiza en que desde los hospitales muchas mujeres enfrentan violencia obstétrica cuando llegan en búsqueda de auxilio al sufrir abortos espontáneos, ya que “no les creen”, sostiene y arguye que la atención médica pareciera un interrogatorio policiaco.

Mi derecho, mi decisión, mi cuerpo

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Fátima comentó que fueron más de 100 los recursos por inconstitucionalidad que redes y colectivos feministas introdujeron en la Corte Suprema de Justicia. También hubo apoyo internacional y asociaciones médicas del país que sumaban voces contra la penalización. Sin embargo, el Estado y la Corte Suprema de Justicia no atendieron estas exigencias.

Dolly aclara que la decisión de abortar le compete únicamente a las mujeres “ni a los hombres, ni el Estado, ni un médico (…) el primer territorio a defender es mi cuerpo, yo soy quien debo decidir”, dijo. Y nos recordó la consigna feminista para responder a los poderes patriarcales que insisten en decidir sobre nuestras vidas: “mi derecho, mi decisión, mi cuerpo”.

Fátima y Dolly creen que han cambiado ideas en mujeres y hombres respecto al aborto como parte del trabajo ininterrumpido desde las redes y colectivos feministas, y que también se ha fomentado la sororidad entre mujeres. Aseveran que en esta lucha por la despenalización del aborto no habrá “ni una paso atrás”.

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