NO PASARÁN… 

Fue una generación de jóvenes la que hizo posible el triunfo de la Revolución Popular Sandinista y la que experimentó lo que en términos políticos y sociales significaba una patria libre de la dictadura somocista.

La generación siguiente, es decir, niñas y niños cuyos familiares participaron comprometidamente en el proyecto revolucionario, hoy contribuyen desde su propia experiencia a construir la memoria colectiva de lo que ha dejado profundas huellas en la sociedad nicaragüense. Por ello en esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas nos acompañaron Mara Martínez y Juan Carlos Gutiérrez, para hablar sobre los ecos de la revolución.

Visión colectiva

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Mara Martínez Cruz

Mara cuenta que nació en una familia con tradición de participación política y que desarrollarse en años del proyecto de la revolución fue “un ejercicio de hacer crítica todo el tiempo (…) marcó totalmente en mi pensamiento crítico”, dijo. Señaló que trabajó en las comunidades a través de las iglesias.

Su familia se identificaba como opositora y le inculcaron ideales de justicia social. Relató que la revolución también significó división en su familia, puesto que sus hermanos tuvieron que irse del país, viviendo durante esta etapa “las navidades más tristes de mi vida”, expresó.

Por su parte, Juan Carlos narró que desde su niñez recuerda debates familiares sobre política durante cada almuerzo. Recuerda momentos icónicos como el entierro de Pedro Joaquín Chamorro y la toma del Palacio. Se involucró en la Juventud Sandinista lo que le permitió fortalecer y expandir relaciones comunitarias.

Para él la revolución significó una visión colectiva “ser parte de algo y no ser el centro de (…) saber que podés contar con alguien, ser parte de una red, pensarse atrevidos con la posibilidad de salvar el mundo”, disertó.

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Juan Carlos Gutiérrez

Herencias y desafíos

Mara indicó que durante la revolución logró trabajarse desde lo individual y lo colectivo, el valor protagónico de los jóvenes como actores políticos, no tener prejuicios de clase, el entusiasmo en construir una nueva Nicaragua, otra Nicaragua posible. Para Juan Carlos, se fomentó la capacidad de transformación de los seres humanos, marcar su propio destino y el interés colectivo.

Juan Carlos y Mara rescatan como herencia la creación del movimiento de mujeres y feminista, como un espacio auténtico, organizado que surge acorde a las necesidades de la gente. Como desafío consideran necesario el rescate de la historia de la revolución desde la pluralidad de las voces que la hicieron posible “contar desde lo cotidiano, gente que no está en los círculos de poder, cómo vivimos en lo cotidiano más que desde los grandes hitos”, manifestó Mara.

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