El feminismo ha colocado la maternidad en el centro de los debates públicos, estableciendo una clara relación entre cultura, economía y política con el ejercicio de la maternidad. Es decir, que la maternidad no es un hecho “natural” que les ocurre a todas las mujeres, sino que responde a determinadas expectativas sociales que pasan por alto no solo el deseo de las mujeres, sino las condiciones en que se puede ejercer la maternidad.

“Ser mamá, es darlo todo sin esperar nada a cambio”, es una frase que solemos repetir como una especie de código para entrar en el reino de las buenas madres, esas que merecen el reconocimiento de la sociedad por renunciar a sí mismas y convertirse en un medio para la realización de otros.

Más allá de hay muchas mujeres que están dispuestas a realizar ciertos sacrificios por el bienestar de sus hijos e hijas, la critica feminista está orientada hacia esta forma de organización de la reproducción y el cuidado de la vida, que deja en manos de las mujeres toda la responsabilidad.

Ni el estado, ni las empresas, ni las organizaciones sociales están pensadas para participar y asegurar el bienestar de las criaturas, precisamente porque han “delegado” en las mujeres todo el trabajo de cuidados, a costa de su propio bienestar.

Peor aún, ni siquiera los hombres participan en la misma proporción que las mujeres en el cuidado de las hijas e hijos dependientes; por el contrario, en demasiadas ocasiones renuncian a sus responsabilidades paternas tanto en términos afectivos como materiales.

El feminismo aboga por una maternidad libremente elegida, pero también por maternidades socialmente asumidas, de tal manera que las mujeres no se vean obligadas a elegir entre maternidad y bienestar.

En este podcast conversaremos sobre la maternidad vista desde la experiencia de dos feministas que han reflexionado sobre esta experiencia vital que acompaña a todas las mujeres.

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