Muchas teólogas y teólogos coinciden en afirmar que los fundamentalismos religiosos distorsionan y empobrecen la dimensión espiritual-trascendente de las personas que creen en la existencia de Dios como expresión del amor universal, de la bondad, de la armonía y del bien.

La influencia de las instituciones religiosas en la conformación de los Estados colonizados y en la definición de las leyes que rigen para el conjunto de la sociedad, constituyen uno de los principales problemas para separar efectivamente las religiones de los Estados que deberían estar regidos por el marco universal de los derechos.

En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos con Blanca Cortés, teóloga y pastora evangélica, sobre los fundamentalismos religiosos, cómo se expresan y qué consecuencias tienen sobre la convivencia social y el respeto a los derechos de hombres y mujeres.

¿Qué son los fundamentalismos religiosos?

Blanca Cortés define a los fundamentalismos religiosos como expresiones presentes en diversas religiones que se manifiestan a través de discursos, símbolos y hábitos de vida. Desde los fundamentalismos religiosos se impone la creencia de un Dios castigador de las transgresiones, masculino, atento las 24 horas del día a cada gesto de los seres humanos, un Dios implacable.

“Esta imagen de Dios hace mucho daño, es única, no podemos imaginarlo de otra manera”, sostiene Blanca. Ella señala que una de las consecuencias es caer en la intolerancia porque estos discursos son absolutistas, no cabe el diálogo, a lo que argumenta “el pensamiento es amplio, no podemos cerrarnos en verdades absolutas”.

¿A quiénes benefician los discursos fundamentalistas?

Los fundamentalismos religiosos benefician a un sistema que necesita gente obediente y otras mandando, siendo las personas más afectadas las mujeres, niñas, niños, las y los pobres.

En este sentido Blanca afirma que la Biblia es interpretada a conveniencia. No todos los textos se toman literal, a pie de la letra, solo aquellos que favorecen al sistema que refuerza estos discursos.

BC

 El asesinato de Vilma Trujillo

En la lectura que hace Blanca del asesinato de Vilma Trujillo, quien fue quemada viva por miembros de las Asambleas de Dios en la comunidad El Cortezal en Rosita, predomina la violencia extrema, una brutal expresión concreta de hasta dónde nos llevan los fundamentalismos religiosos. Para ella, antes que se manifiesten las crueldades, hay todo un camino de discriminación, exclusión e invisibilización dentro de las iglesias, todo un camino que en algunas situaciones, como pasó con la joven Trujillo, llevan a la muerte.

Blanca recalcó, que en los textos bíblicos está escrito que Jesús rechazó expresiones de violencia contra las mujeres, lo que contradice la actitud que tomaron los fanáticos religiosos que asesinaron a Vilma bajo la idea de estar poseída por el “demonio del adulterio”.

Señaló que el papel del Estado es garantizar la laicidad y el bienestar de la población. En este sentido, lamentó que en El Cortezal no se contaba con un centro de salud ni estación policial, lo que agravó aún más, la situación de la joven Trujillo.

Otras miradas que dignifiquen al ser humano

Es necesario que emerjan otras miradas “que dignifiquen al ser humano”, sostiene Blanca. Para ella es vital una educación respecto a la interpretación de los textos bíblicos desde teologías emergentes que fomenten el respeto hacia las mujeres, homosexuales, lesbianas porque “somos cuerpos, llenos de experiencias, entramados a otros”.

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