El próximo 30 de marzo se celebra el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar. Fue en el año 1988 cuando se proclamó esta fecha en el Primer Congreso de Trabajadoras del Hogar, realizado en Bogotá, Colombia, con el propósito de colocar en la agenda política la situación de discriminación sistemática, precariedad, infravaloración e invisibilidad de quienes realizan este tipo de trabajo. Se trata una fecha conmemorativa para la reivindicación de derechos laborales del sector, compuesto en su mayoría por mujeres.

La discriminación, la falta de leyes que les amparen, el establecimiento de un pago digno por su labor y el derecho a la protección social por parte de los estados, llevaron a que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) proclamara en el año 2011 un tratado mediante el cual se creó el Convenio para asegurar el Trabajo Decente para Trabajadores y Trabajadoras Domésticas. El mismo constituye el primer documento regulatorio de este tipo de actividad laboral.

El trabajo doméstico es una fuente importante de empleo remunerado para las mujeres, y las trabajadoras del hogar representan una de las principales fuerzas de trabajo femenina asalariada en todo el mundo. Las trabajadoras del hogar hacen contribuciones vitales al funcionamiento de los hogares y de los mercados laborales.

De acuerdo a datos de la ONU, en Nicaragua se estima que alrededor de 280 mil personas se desempeñan en el sector del trabajo doméstico, de las cuales el 80% son mujeres.

En el año 2011 el Estado de Nicaragua ratificó el Convenio 189 de la OIT, el cual contempla el reconocimiento de iguales derechos a las trabajadoras del hogar, incluyendo horarios de trabajo, tiempos de descansos, vacaciones, seguridad social, las condiciones y términos claros sobre su trabajo, entre otros. No obstante, la infravaloración de este tipo de trabajo se expresa en su exclusión de los sistemas de protección social y laboral.

En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas hablamos sobre la situación que atraviesan las trabajadoras del hogar en Nicaragua con Rebeca Centeno, doctora en Ciencias Sociales.

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