Cuando las lesbianas hablamos
Desde hace varios años, el Programa Feminista La Corriente ha destinado recursos al trabajo con mujeres jóvenes lesbianas, hemos reflexionado con ellas sobre sus diversas experiencias amorosas, eróticas, organizativas y de violencia. Hemos compartido con ellas sus temores, enojos, pero también muchas de sus risas y esperanzas.
Constatamos que en el Movimiento Feminista/Mujeres no hemos asumido plenamente su reconocimiento y la visibilización de sus intereses, pero también hemos constatado que ha ocurrido lo mismo en el Movimiento LGBTI de Nicaragua. Hemos confirmado que la discriminación que en uno podría ser por su orientación sexual, en el otro es por ser mujeres.
Es por esto, que decidimos en La Corriente, publicar las historias de vida de cuatro lesbianas, con orígenes distintos, pero que comparten la misma discriminación por el simple hecho de amar a otras mujeres, o dicho de otra manera porque son LESBIANAS. Asimismo, curiosamente comparten un mismo sueño: Un mundo en donde quepamos todas y todos sin discriminación.
Entrevistar a Tania, Jennipher, Gaby y Geni, fue para nosotras escucharlas y descubrir que en sus palabras, no solo estaban reflejadas ellas, sino que también nos vimos a nosotras mismas y a tantas otras.
Sus historias de vida, nos invitan a acercarnos para comprender lo que ellas pueden enseñar a sus familias y a la sociedad nicaragüense en general: ver el mundo con otros ojos mucho más amplios.
Las vidas de Tania, Jennipher, Gaby y Geni, son también las voces de otras lesbianas que han estado con nosotras en tantos ciclos de formación que viven la discriminación, pero que no han perdido las ganas de reír, de divertirse, de continuar creando, de criar a sus hijos, de defender su derecho a vivir con dignidad.
Son historias que cuentan la importancia que el feminismo ha tenido en la vida de las lesbianas y los cambios que les ha generado. Historias de las familias y cómo éstas estructuras de relaciones, pueden ser los lugares de comprensión y apoyo o espacios que cierran sus puertas para convertirse en lugares de desamor y violencia. Y al mismo tiempo, también son historias de cómo otras relaciones como las que se hacen con las amigas/os, en las organizaciones o en los movimientos, se convierten en los espacios para encontrar el afecto y la comprensión que muchas de las lesbianas necesitan.
Por otro lado, estas historias de vida son un llamado al feminismo para continuar en su construcción y que éste sea mucho más diverso, que se oponga a todo tipo de discriminación y a todo tipo de violencia contra las mujeres.
La Corriente agradece a las cuatro compañeras que nos abrieron sus puertas y nos contaron sus historias.
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