En julio de 1979 el pueblo de Nicaragua mediante una insurrección popular dirigida por el Frente Sandinista de Liberación Nacional, derrocó a la dictadura somocista, que se mantuvo en el poder desde 1937 hasta 1979.
Han pasado 39 años de esta gesta popular que convocó a miles de nicaragüenses para dar pasos firmes en la construcción de una nueva nación. Sin embargo, el proyecto revolucionario se enfrentó a liderazgos autoritarios, machistas, excluyentes y años más tarde, terminó secuestrado por la pareja Ortega-Murillo que ha gobernado a Nicaragua durante los últimos 11 años.
Desde el 18 de abril del presente año, Nicaragua vive una crisis sociopolítica que se ha expresado en una brutal represión por parte de las fuerzas policiales y paramilitares en contra de las protestas de jóvenes y otros sectores de la sociedad que exigen la renuncia del gobierno OrtegaMurillo.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas analizamos la situación actual que enfrenta Nicaragua desde la mirada de mujeres que participaron en el derrocamiento de la dictadura somocista y el proyecto de la Revolución Popular Sandinista; es por ello que en cabina nos acompañó Nadine Lacayo, socióloga y escritora.
“No puede haber solución sin justicia y democracia”
Nadine Lacayo ubica la cultura política autoritaria entre las causas de esta crisis sociopolítica que atraviesa Nicaragua. Opina que el abuso, el apego, la obsesión al poder es una cultura política aprendida de la dictadura somocista. Es por ello que la dictadura somocista se asentó en una base militar, bélica, una imposición violenta mediante las armas.
Lacayo destaca que la lucha contra la dictadura somocista convocó a miles de mujeres y hombres jóvenes, y que en el proceso se involucran todos los sectores del país. Esta es una de las muchas semejanzas que encuentra con la crisis sociopolítica que vivimos 39 años después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista.
Otra similitud que enuncia son los “campanazos” que ocurrieron antes de la insurrección popular contra la dictadura somocista, y en ese sentido, el movimiento espontáneo “Ocupa INSS” en el 2013, es para ella uno de esos “campanazos” en la lucha contra los Ortega-Murillo.
Desde su mirada, que esta resistencia popular sea mediante la lucha pacífica, es una de las diferencias. Al hablar del papel de la Alianza Cívica por la Democracia y la Justicia, reconoce como un gesto de madurez, el haber llegado a un consenso y asumir la demanda del pueblo: justicia y democratización. Sobre la Iglesia Católica piensa que los sacerdotes han expresado valentía, coraje y que están dando muestras de compromiso.
Para Lacayo la continuación en el poder de los Ortega-Murillo equivale a más muertes. Exhorta a construir una nueva cultura política y reitera que “no puede haber solución sin justicia y democracia”.