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La Declaración Universal de los Derechos Humanos es probablemente el hito más relevante en la historia de la humanidad. Por primera vez en la historia, prácticamente todas las naciones del mundo reconocen que todas las personas –independientemente de su nacionalidad, origen étnico, sexo, género, edad, religión- poseen desde el momento de su nacimiento un conjunto de derechos que son inalienables e indivisibles.  Así mismo, esta Declaración obliga a los Estados a tutelar y proteger esos derechos sin ningún tipo de discriminación.

Luego vinieron una serie de convenciones vinculantes que en regiones como América Latina adquieren carácter de obligatorio cumplimiento tales como la Carta Interamericana de Derechos Humanos, la Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar todas las formas de violencia contra las mujeres y el Pacto de San José, que ensanchan la comprensión de los derechos humanos en la región. 

Si bien es cierto que en muchos países de América Latina existe una profunda brecha entre derechos formalmente reconocidos y el ejercicio de los mismos, hay países que como Nicaragua han estado en la mira de los organismos regionales y globales de las Naciones Unidas, por la sistemática violación de derechos particularmente durante los últimos cuatro años.

De acuerdo con el más reciente informe de actualización sobre el estado de los derechos humanos en Nicaragua, elaborado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos –CIDH- la represión desatada por el régimen Ortegamurillo dejó al menos 355 asesinados entre el 18 de abril del 2018 y el 31 de julio de 2019, de los cuales 340 son hombres y 15 mujeres. 27 del total de víctimas mortales son niñas, niños y adolescentes.

En este mismo periodo, la CIDH registra unas 2 mil personas heridas; al menos 1,614 personas han sido víctimas de privación arbitraria de su libertad como represalia por haber participado en acciones de protestas. Asimismo, más de 100 mil personas se han exiliado para preservar sus vidas y su integridad en un clima de represión generalizada.

Actualmente, más de 160 ciudadanas y ciudadanos permanecen en la cárcel acusados de delitos contenidos en las leyes elaborados por el régimen a finales del año 2020, de los cuales 14 son mujeres y 20 de la tercera edad. Las y los presos políticos han sido sometidos a tratos inhumanos y se ha violado de forma sistemático el debido proceso establecido en el código penal vigente.   

En la presente edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas queremos reflexionar sobre los desafíos que supone la defensa de los derechos humanos en medio del estado policial de facto que ha conculcado el derecho a la libertad de expresión, de asociación, de protesta cívica para citar algunos.   

Nos acompaña Juan Carlos Arce, del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, colectivo que acaba de recibir el Premio a la Democracia 2021, otorgado por la Fundación Nacional para la Democracia (NED por sus siglas en inglés).

El pasado 25 de noviembre conmemoramos el “Día Internacional de Eliminación de la Violencia contra las Mujeres”, fecha en la que se llevaron a cabo múltiples actividades de denuncia, sensibilización y demandas tanto a los Estados, como al conjunto de la sociedad.  

En Nicaragua, los movimientos de mujeres y feministas que durante décadas han luchado para acabar con la violencia que tiene entre sus principales víctimas a niñas y mujeres, no pudieron salir a las calles por quinto año consecutivo en un contexto de estado policial instalado desde el año 2018.

Por su parte las Católicas por el Derecho a Decidir en lo que va del presente año, documentan que se han cometido 66 femicidios, mientras 120 mujeres han sido víctimas de femicidios frustrados.  96 niñas, niños y adolescentes han quedado en la orfandad por el asesinato de sus madres.

Las feministas nicaragüenses también denuncian que las niñas y adolescentes son obligadas a cargar con embarazados y maternidades forzadas. De acuerdo a datos oficiales 16, 400 niñas parieron en los hospitales públicos durante el período 2006 – 2016.

La violencia machista se alimenta de desigualdad entre hombres y mujeres, de tolerancia social y de impunidad. Desmontar este entramado que justifique y perpetua la violencia es responsabilidad de las familias, de los medios de comunicación, de las iglesias, de las organizaciones de la sociedad civil y por supuesto de Estado como garante del derecho de las mujeres y la niñez a vivir libres de violencia. 

En los programas anteriores analizamos el estado de la violencia machista en El Salvador, Honduras y Guatemala. En esta ocasión hablaremos sobre Nicaragua. Nos acompañan integrantes de colectivos con una larga trayectoria en la lucha contra la violencia. 

Hace exactamente 4 décadas, en 1981, durante el «Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe» realizado en Bogotá, Colombia, se declara el 25 de Noviembre como “Día Internacional de la lucha en favor de la No Violencia contra la Mujer”.

Fue un 25 de noviembre de 1960 que por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo, fueron asesinadas las hermanas Minerva, María Teresa y Patria Miraval en República Dominicana. Para honrar su legado de lucha contra la dictadura, se propuso esta fecha acogida por la ONU.

Desde entonces los movimientos de mujeres y feministas de América Latina y el mundo, llevan a cabo múltiples actividades de denuncia, sensibilización y demanda que interpela no solo a los Estados, sino al conjunto de la sociedad.  

La violencia sigue siendo un terrible flagelo en Centroamérica, una de las regiones más desiguales del mundo. La tolerancia social y la impunidad constituyen dos caras de la misma moneda, dando como resultado altos índices de violencia social y violencia machista en particular.

En el programa anterior conversamos sobre las preocupaciones de las feministas centroamericanas en torno a la violencia machista, las principales consecuencias que esta violencia tiene sobre las niñas, las mujeres, las familias y las comunidades. También analizamos el papel de los Estados en relación al cumplimiento de la Convención de Belén Do Para.

En esta segunda entrega especial de Cuerpos Sin-Vergüenzas, hablaremos sobre el agravamiento de la violencia machista en tiempos de pandemia, el recorrido de las organizaciones feministas centroamericanas que luchan por el derecho a una vida libre de violencia y las demandas feministas al Estado, a las iglesias, a las organizaciones sociales, medios de comunicación y a todos los hombres.

Agradecemos a Mayra Bolaños, coordinadora del programa de derechos sexuales y derechos reproductivos de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, ORMUSA, Cristina Alvarado, integrante del Equipo de Coordinación del Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla” y Paula del Cid, de La Cuerda, Guatemala, por compartir sus reflexiones con tanta profundidad.

Varios países centroamericanos figuran entre los más violentos de la región y del mundo. La violencia que se ejerce hacia las niñas, adolescentes y mujeres en general, tiene sus rostros más terribles en los femicidios/feminicidios, el abuso sexual, la violación y la violencia física y psicológica tan presente en el contexto de las relaciones de pareja y familiares.

Durante el año 2019 y los primeros seis meses del 2020 Honduras registra 773 mujeres asesinadas, y de enero a octubre del presente año 2021, el Observatorio Nacional de la Violencia ha documentado 240 femicidios. El Salvador, en este mismo período, registra que 314 han perdido la vida de forma violenta y entre enero y agosto del 2021, el Ministerio de Justicia y Seguridad Pública reporta 98 femicidios. En Guatemala, también en esta misma línea de tiempo, 1,153 mujeres han sido víctimas de femicidio y en lo que va del año 2021 han sido asesinadas 386 mujeres, el Ministerio Público de este país reporta que la violencia contra las mujeres es el delito más cometido durante los últimos años.

La tolerancia social, la falta de acciones públicas para la prevención y la impunidad son factores que reproducen la violencia machista. En el marco de la Sesión 51 de la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), La Sombrilla Centroamericana reiteró el llamado a los gobiernos centroamericanos a cumplir con lo establecido en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujeres suscritos por todos los estados de la región.

Así mismo, denuncian que desde antes de la pandemia del COVID-19, los gobiernos centroamericanos no estaban haciendo lo necesario para garantizar el derecho de las mujeres y las niñas a vivir libres de violencia.  Tampoco han adoptado medidas necesarias para garantizar a las víctimas el acceso a la justicia.

En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas inauguramos nuestra jornada especial en conmemoración del 25 de noviembre, Día internacional de lucha contra la violencia de género.

Hablaremos sobre los invaluables aportes que las organizaciones de mujeres y feministas han dado en el reconocimiento de la violencia como un problema estructural que afecta al conjunto de nuestras sociedades. Para ello nos acompañan Mayra Bolaños, Coordinadora del programa de derechos sexuales y derechos reproductivos de la Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz, ORMUSA, Cristina Alvarado, integrante del Equipo de Coordinación del Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla” y Paula del Cid, de La Cuerda, Guatemala.

El pasado 7 de noviembre el régimen Ortegamurillo orquestó un nuevo fraude electoral en medio de una prolongada crisis política y de derechos humanos que vive nuestro país. Con Estado policial de facto, sin partidos políticos que sirvieran de alternativa a la oposición, 7 aspirantes a la presidencia secuestrados y el control absoluto del Consejo Electoral, la suerte estaba echada. No hubo ninguna sorpresa, Ortega y Murillo se declararon vencedores con el 75% de los votos.   

De acuerdo al Observatorio de Urnas Abiertas que observo a más de 500 Juntas Receptoras de votos, la media nacional de abstención fue de 81.5%, lo que se corresponde con la falta de credibilidad en el proceso electoral sin oposición, reflejada en la última encuesta de CID Gallup.

A pesar de las amenazas, chantajes y acoso a la ciudadanía para acudir a los centros de votación, la mayoría de las y los nicaragüenses se quedaron en casa como una forma de castigo a la farsa electoral.

La respuesta de la Unión Europea, Estados Unidos, Canadá y una docena de gobiernos latinoamericanos no se hizo esperar; coinciden en que estas votaciones no tienen ninguna credibilidad pues no aseguraron los requisitos básicos para llevar a cabo unas elecciones libres y transparentes. Denuncian que el régimen le quito al pueblo de Nicaragua el derecho a elegir.

En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas hablaremos con Enrique Sáenz, economista y abogado, sobre los posibles escenarios que se configurarán después del fraude electoral y los desafíos que enfrenta la oposición nicaragüense.

El pasado 26 de octubre la Asociación Madres de Abril (AMA) y la Articulación Feminista de Nicaragua recibieron el Premio Ignacio Ellacuría de Cooperación para el Desarrollo 2021, como reconocimiento por su defensa de los derechos de las mujeres y la búsqueda de la justicia en Nicaragua.

Este premio es otorgado por el Gobierno Vasco a través de la Agencia Vasca de Cooperación para el Desarrollo a propuesta de la organización Mugen Gainetik. Creado en memoria de Ignacio Ellacuría -filósofo y teólogo vasco asesinados por fuerzas militares en El Salvador en 1989- tiene como propósito reconocer públicamente actuaciones destacadas de organizaciones, colectivos y personas individuales, en la lucha por la igualdad y la justicia entre los pueblos.

En la entrega del premio que se llevó a cabo en Bilbao, se reconoció a AMA y la Articulación Feminista como ejemplos de lucha por una sociedad más justa y un modelo de referencia para el pueblo nicaragüense y el pueblo vasco.

La entrega de este merecido reconocimiento a ambas organizaciones, nos recuerda que el pueblo y las mujeres nicaragüenses no están solas en su ardua lucha en contra de la violencia, y en defensa de la justicia, la libertad y la democracia.

En esta edición especial de Cuerpos Sinvergüenzas nos acompañan Geni Gómez de la Articulación Feminista de Nicaragua y Tamara Morazán, de la Asociación Madres de Abril, para hablar sobre el camino recorrido durante los últimos años en una Nicaragua en crisis.