Las mujeres indígenas nos heredaron el sagrado conocimiento de la curación. Paloma Martínez-Cruz en su libro Mujeres y Conocimiento en Mesoamérica afirma que las curanderas eran defensoras de una sabiduría femenina acerca del bienestar.
Con la colonización, los poderes imperiales de la mano de la Inquisición persiguieron, encarcelaron y torturaron a las mujeres sanadoras, acusándolas de hechicería, para luego arrebatarles conocimientos y patentarlos como parte del saber masculino.
A pesar de la violencia con que el patriarcado capitalista trató de arrebatar a las mujeres de un conocimiento ancestral vital para la sobrevivencia de nuestros pueblos, las mujeres han persistido y en la actualidad continúan ensayando nuevos enfoques y alternativas para la búsqueda del bienestar en un sentido holístico.
En esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas conversamos con Yanina Luna y Tania Molina, dos jóvenes feministas que desde sus búsquedas cotidianas resisten al dominio de la industria química – farmacéutica y nos ofrecen otras miradas para abordar con mayor autonomía el cuidado de nuestras vidas.
Mujeres que preservan la vida
Desde la mirada de Yanina las sanadoras, parteras y sobadoras son mujeres que preservan la vida y son una referencia en las comunidades. Ella se vinculó con prácticas de curación alternativa mediante el acercamiento con mujeres indígenas de Honduras y Guatemala. Con ellas aprendió lo que significaba su propio cuerpo y estimularon una relación fuerte con la naturaleza.
La relación de Tania con la medicina natural comenzó desde su familia. Cuenta que en su hogar siempre se pensó en búsquedas alternativas mediante el uso de plantas medicinales para tratar distintos padecimientos. También comparte que a través del teatro ha participado en puestas en escena de las opresiones dirigidas a las mujeres desde la industria química – farmacéutica, lo que percibe como misoginia en la medicina convencional.
Tania y Nina opinan que los cuerpos de las niñas y mujeres son utilizados para aplicar experimentos dentro de salud estructural, muestra de ello son los métodos de anticoncepción.
Tania cuestiona al sistema de salud convencional. Para ella es como una máquina donde las personas entran y salen sucesivamente. Los pacientes no son vistos como personas y se crea una jerarquía donde el poder está en el profesional de la salud, por lo que afirma que la industria farmacéutica da mucho miedo.
Para Nina no hay una atención cálida en los puestos de salud, ni en lo público y ni en el sector privado. El médico tiene una autoridad sobre los cuerpos, lo que él dice es la verdad y además, medica de manera indiscriminada. No hay una conexión con el cuerpo, sostiene Nina.
Nina piensa que hace falta reconocimiento para mujeres que preservan la vida, desde la sociedad y también desde el sistema de salud convencional. Por su parte Tania comparte que todas las personas somos curanderas porque tenemos la capacidad de gestionarnos nuestra salud.
Tania es propietaria de la microempresa «Luna Verde Managua», y desde su página en Facebook pueden conocer más de su propuesta de medicina natural. Nina Luna gestiona espacios de seguridad y construcción de comunidad entre mujeres, mediante su perfil de Facebook pueden seguirla y enterarse sobre estas distintas alternativas que aporten al bienestar.
Les invitamos a escuchar y descargar esta edición de Cuerpos Sin-Vergüenzas y que conozcan más sobre los avances en la recuperación de la medicina tradicional en nuestro país y el papel del Estado en materia de recuperación de conocimientos ancestrales.