LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ
Desde Cuerpos Sin-vergüenzas seguimos contribuyendo a rescatar la historia de las mujeres y sus aportes a la lucha contra la dictadura y la construcción de una nueva sociedad. En esta edición hablamos de la historia de la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza, AMNLAE.
Nos acompañó en cabina Milú Vargas, abogada feminista, quien al momento del derrocamiento de Somoza ocupó el puesto de Asesora Jurídica del Consejo de Estado.
Primera etapa: Inventario de quejas
Luisa Amanda Espinoza era una mujer costurera asesinada en la lucha contra la dictadura, cuenta Milú. Con el triunfo la revolución, las mujeres que conformaban AMPRONAC pasan a integrar AMNLAE y a ocupar cargos públicos, con la idea que los problemas de las mujeres, y en general, acabarían con la revolución.
El lema bajo el cual se organizaron en AMNLAE fue “Construyendo la patria nueva hacemos la mujer nueva”. Fue un espacio que fomentaba el trabajo comunitario como base para transformar problemáticas sociales.
En su primera etapa, Milú narra que lograron construir un inventario de quejas “nos quejábamos de todo”, dijo. Y como resultado de esos planteamientos en los cabildos populares, fueron realizando una lista entre las que mencionó:
- La necesidad de casas de la mujer en los barrios.
- Que las mujeres pudiesen optar a cargos públicos.
- Ser electas y no designadas.
- Exigencias a los medios de comunicación para frenar la comercialización de la mujer.
- Eliminar el chantaje sexual para optar a un puesto de trabajo para que dejasen de pedir “prueba de amor”.
- Eliminar que se pidiera prueba de embarazo en los requisitos de empleo.
- Trabajo de cuidados y doméstico no reconocido.
- Malos tratos y agresiones físicas.
Segunda etapa: Reivindicaciones
Milú detalla que el inventario de quejas no era algo bien visto por el FSLN. Sin embargo, no hubo paso atrás para trabajar en la concretización de sus demandas, de las que enlistó algunas de ellas:
- Nuestra participación en cabildos abiertos para colocar las demandas de las mujeres.
- Acompañamiento a muchas mujeres que tenían a sus hijos/as, parejas u otros familiares en el servicio militar.
- Participación en jornadas de alfabetización y cortes de algodón.
- Colocar en los debates temas que se pedían silenciar: como los malos tratos; maternidad libremente elegida, anticonceptivos, sexualidad responsable, acceso de las mujeres a la tierra.
- Nos propusimos ser autónomas, independientes.
- Transformaciones jurídicas, sobre todo en las relaciones padres – madres para combatir la figura del papá que manda.
- Logramos que en la constitución política hubiese un lenguaje inclusivo.
- Las mujeres queríamos y proponíamos un poder compartido.
- Diferenciar entre lo que era un partido político y un movimiento social.
Ser feminista: ver al demonio
“Ser feminista era como ver el demonio”, refirió Milú. Había poca formación teórica, poco acceso a libros y leían lo que podían. Aprovechaban visitas de feministas latinoamericanas para compartir espacios de reflexión y debate con ellas y cuando alguien salía del país pedían que trajeran libros para nutrirse más de las teorías feministas.
Nunca volvimos a ser las mismas
“Nunca volvimos a ser las mismas” revela Milú. Declara que en el trabajo comunitario se promovió la solidaridad entre mujeres, al punto que ellas mismas eran quienes se organizaban para movilizar a hombres agresores a las comisarías.