Ponencia de María Teresa Blandón durante la presentación en la UCA del libro y el video: Ni putas, ni prostitutas. Somos trabajadoras sexuales.
Estamos súper acostumbrados y acostumbradas a ver a las trabajadoras sexuales y el trabajo sexual desde una óptica de victimización. Es decir, las trabajadoras sexuales o prostitutas como frecuentemente les llaman acá, son unas pobres mujeres víctimas que se han visto obligadas a hacer lo que hacen. Y en cierto sentido es así, pero esa no es toda la parte de la realidad.
Para analizar el trabajo sexual y cómo las sociedades como las nuestras lo evalúan, tenemos que partir del siguiente reconocimiento: que las mujeres en todas las sociedades patriarcales estamos especializadas para dos funciones, una función es darles placer a los hombres y otra es darles hijos a los hombres para asegurar su descendencia. En función de esa especialización, las mujeres vamos estar ubicadas en un lugar o en otro. Y esto cobra especial relevancia porque dependiendo de la función principal que las mujeres queramos ocupar, ya sea darles hijos a los hombres o darles placer, vamos a tener entonces una cierta valoración social, vamos a tener unos ciertos privilegios o no, o vamos a tener unos ciertos estigmas, como el estigma que señalan las compañeras en este video que acabamos de presentar.
Este es un trabajo antiguo, se conoce como el trabajo más antiguo de la historia, tal vez no es el más antiguo de la historia, porque el trabajo más antiguo es sembrar la tierra, pero este no ha sido objeto de ningún estigma. Tal vez es el trabajo más estigmatizado de la historia, porque antes los hombres no pagaban por tener sexo con las mujeres, antes las tomaban a la fuerza.
Es decir, no había ningún intercambio comercial, contractual en los orígenes de la humanidad, y más adelante, todavía ahora, hay demasiados hombres que no le pagan a una trabajadora sexual, pero que sí son capaces de violar a muchas mujeres para satisfacer sus propios deseos, sean estos los que fueren, pero ese trabajo, el trabajo sexual, siempre ha estado enfrentado a un abordaje ambiguo en las sociedades patriarcales.
Por un lado se estimula y hay “n” cantidad de justificaciones que dicen que el trabajo sexual es una necesidad, es más en algunos momentos se dijo que era necesario tener trabajadoras sexuales porque las mujeres decentes no podían aspirar a tener unas relaciones placenteras con sus maridos.
En tiempos de la santa inquisición por ejemplo, era un pecado gozar en la cama, o en el petate o donde fuera, de hecho era un pecado, entonces ¿quiénes eran las únicas a las que podíamos clasificar como pecadoras, para darles placer a nuestros maridos? pues las trabajadoras sexuales y mientras tanto, nosotras nos asegurábamos de no ser pecadoras, de no sentirnos arrepentidas, de no avergonzarnos porque habían otras mujeres que resolvían esto.
Fíjense como es difícil bregar con esta doble moral, por un lado se reconoce como necesario el trabajo sexual, pero por el otro lado, se estigmatiza ¿a quienes se estigmatiza? A las mujeres que lo realizan.
Entonces, para construir el estigma sobre las trabajadoras sexuales se dice que son mujeres fáciles (como si la otras fuéramos muy difíciles), que son mujeres de la calle, porque se supone que las otras debemos estar consignadas al espacio privado, que son unas desvergonzadas, porque se supone que las otras estamos llenas de vergüenzas, bueno y a veces es verdad, no siempre, que las trabajadoras sexuales son indecentes porque se supone que las demás son súper decentes y claro, son tantas y de un calibre tan negativo estas clasificaciones, estas valoraciones, que se hacen sobre las trabajadoras sexuales que vale la pena preguntarnos por qué.
¿Por qué si estás sociedades han estimulado el trabajo sexual, por el otro lado, condenan de una manera tan feroz a las mujeres que deciden realizarlo?
¿Será porque cobran dinero para darle placer a los hombres? Pero si el problema es el lucro, los 180 millonarios que hay en Nicaragua serían los mejores trabajadores sexuales de este país, desde Pellas, pasando por Piero Cohen. Pero ¿Quién le crítica a Carlos Pellas o Piero Cohen que tengan intensiones de lucro? ¿Quién le cuestiona a todos los empresarios de esta país que quieran ganar riales para vivir bien? ¿Quién nos cuestiona a Gonzalo y a mí que cobremos por dar clases? Es decir ¿Está mal tener necesidades económicas? ¿Está mal cobrar por el trabajo que hacemos? ¿Está mal satisfacer nuestras necesidades y vivir bien?
No está mal para otros colectivos laborales, otras personas, para los empresarios, algunos de los cuales tienen intereses mercantiles desmedidos, que estos si rallan en la inmoralidad, porque ser millonario en un país donde el 40% vive en condiciones de pobreza y el 12% en condiciones de extrema pobreza, si padece de una enorme inmoralidad, porque toca la dignidad de la gente, la posibilidad de vivir como seres humanos.
¿Será que lo que se cuestiona es que las trabajadoras sexuales tengan sexo sin amor? ¿Pero serán las únicas las trabajadoras sexuales que tengan sexo sin amor? Yo me temo que no. Hay matrimonios arreglados en Nicaragua y en todo el mundo. Hay matrimonios que se constituyen por intereses económicos entre las familias, porque una familia sale ganando si una mujer de su familia se casa con un hombre que puede elevar su estatus, entonces el amor no ha estado presente en todos los encuentros, en todas las formas de intercambio y en todos los arreglos matrimoniales.
Hay familias que se casan por intereses políticos, para mantener el poder, por ejemplo, es típico de las dinastías y de las dictaduras que busquen como casar a los hijos entre los más poderosos de tal manera que eso facilite el control del poder público. Entonces ¿Por qué a las trabajadoras sexuales se les cuestiona que tengan sexo sin amor, cuando mucha personas tenemos sexo sin amor, cuando tenemos una noche loca, que nos encontramos a un chavalo o una chavala que nos encanta y tenemos por ahí un desparpajo, sexo casual dicen por ahí?
Sexo casual no es amor, no nos declaramos amor eterno, no nos vamos a ir a casar mañana, no nos prometimos eternidad ¿Y por qué a las trabajadoras sexuales se les machaca tanto? ¿Porque tienen sexo casual con alguna frecuencia? ¿Porque no les pertenecen a un solo hombre? Tal vez ahí nos estamos acercando más ¿Porque no prometen monogamia? ¿Porque no prometen matrimonio? Pero tendríamos que preguntarnos, por la mayor parte de hombres que no son monógamos. Los hombres a lo largo de la historia no han sido monóganos, no han sido fieles, no se han casado con todas las mujeres con las que han tenido sexo, entonces ¿por qué a las trabajadoras sexuales se les critica? ¿por qué esta doble norma? ¿por qué este estigma sobre las mujeres?
Es más, en el caso de los hombres, todo el mundo considera normal que recurran a las trabajadoras sexuales, desde el argumento que los hombres no pueden controlar eso que la gente piensa que son instintos sexuales, la gente dice “pero está bien, qué van hacer los pobre hombres, no van a pasar toda la vida masturbándose” , pero los propios hombres dicen, “sí, claro, por qué no, yo lo estoy pagando, cuál es el problema. No le estoy imponiendo, le estoy pagando. Además es más fácil porque a las mujeres, las esposas, tenemos que aguantarles todos sus reclamos, las esposas, las novias, las amantes continuas, tenemos que aguantarles los reclamos, los celos, las expectativa desmedidas, las ganas que tienen las mujeres de hacer casita y tener hijos. Con las trabajadoras sexuales no, yo voy, resolvemos, de la manera que podamos, ojala que nos vaya bien, pago, concertamos un precio y chao. No tengo que involucrarme en largas, enamorarme, carretearla, que finja que no quiere, que ahora sí y después no, tener que gastar para llevarla al cine e invitarla a comer, que ahora el cine está carísimo”.
¿Qué es lo que podemos suponer, desde una perspectiva feminista del abordaje del trabajo sexual? Lo que podemos suponer es que lo que no soporta la sociedad es la transgresión. Lo que no soporta la sociedad es que hallan mujeres que no acaten las normas de estricto control sobre la sexualidad de las mujeres. Lo que no soportan las sociedades es que las trabajadoras sexuales no pongan el sexo por debajo de la reproducción. Lo que no soportan es que las trabajadoras sexuales, por el trabajo mismo que realizan, pongan en evidencia la doble moral sexual del patriarcado, en donde los hombres son los que deciden con quienes, cuando, cómo y durante cuánto tiempo. Es la norma patriarcal lo que ofende es que hallan mujeres que no se subordinen al orden establecido, que no se queden recluidas en sus casas pariendo hijos para los hombres y cuidándolos, es que hallan mujeres que digan “nosotros no le pertenecemos a ningún hombre y podemos vivir nuestros cuerpos y esta dimensión de la sexualidad, incluso para el lucro, para satisfacer nuestras necesidades materiales, pero no lo deciden ellos”.
Este tipo de sexualidad no lo deciden los hombres. Lo que no soportan la sociedad patriarcal es que las trabajadoras sexuales conozcan cosas que a los hombres les da miedo. Cuando ustedes lean las historias de vida van a ver como las trabajadoras sexuales hacen cosas que los hombres jamás se las perderían a sus esposas para no mostrarse débiles y vulnerables. Ellas tienen un conocimiento que les pertenece y que les da mucho miedo a los hombres si ese conocimiento se usara para cuestionar su poderío.
Por eso es que el trabajo sexual es, aunque no digan nada las trabajadoras sexuales, aunque soporten el estigma como decía Vida Francis, aunque tengan que soportar todos estos mensajes negativos, el trabajo sexual es una práctica cuestionadora en sí misma de estas normas sexuales, de estos secretos del patriarcado.
De estas jerarquías que se han construido entre hombres y mujeres, y por eso mismo, se refuerza el estigma ¿para qué sirve el estigma? Sirve para varias cosas. Uno, para romper la solidaridad entre las mujeres, para que unas se coloquen en el lugar de las buenas y coloquen a las otras en el lugar de las malas, para que las mujeres nos peleemos entre nosotras, con estos códigos patriarcales de la decencia versus la indecencia, de la buena versus la mala mujer. Sirve también para plantear las jerarquías entre mujeres, pero también entre hombres y mujeres como si fuera un hecho natural. Para decir, estas mujeres nacieron malas, estas mujeres nacieron perversas, indecentes y otras nacimos buenas.
Para no ocupar los distintos lugares que las mujeres ocupamos en la sociedad, tienen un origen, y un origen que tienen que ver con las jerarquías de género, en el que los hombres han tenido el control y las mujeres hemos tenido muchísimo menos oportunidades. Y luego para silenciar a las propias trabajadoras sexuales, para que se callen, para que no hablen de un lugar de prestigio y de autoridad, para que se sientan avergonzadas, para que ellas mismas sientan que en alguna medida se merecen el desprecio de la sociedad. Y para que ellas mismas se avergüencen del tipo de trabajo que realizan. Entonces dice una mujer, que les recomiendo leer y que la pueden buscar en Facebook, una mujer muy sabia, feminista antropológa, argentina catalana, Dolores Juliano, quien ha investigado y analizado el trabajo sexual, dice ella que el estigma también sirve como mecanismo de control para las mujeres que no son prostitutas ¿y porqué de mecanismo de control? Porque para no parecer putas nos obliga la sociedad a tener determinado comportamiento respecto de nuestra sexualidad. “No te vistas como puta” ¿qué significa eso? No enseñar nada. Ni la chicha, ni la pierna, ni nada, o enseñarla a medias, no andar en determinados lugares, no pintarte de determinada manera, no reírte de determinada manera, no ser muy simpática con los hombres, o disimularlo hasta cierta manera, no decir muy rápido si, hacernos las difíciles, no bailar de determinada manera, no sentarte de determinada manera, no usar determinados chereques, todo lo que normalmente se ponen muchísimas mujeres.
El estigma sirve para avergonzar a las propias trabajadoras sexuales, pero para decirles a las demás lo que no tienen que hacer, si no quieren ser consideradas mujeres indecentes. Entonces que le dice un novio macho agresor a una muchacha que está bailando seductoramente con un muchacho “parecés puta”. Qué le dice un hombre a otro hombre cuando lo quiere ofender “sos un hijo de puta”. Que le dice una chavala a otra chavala cuando le anda echando el ojito al novio “sos una puta”.
Una alumna puso el otro día una foto en Facebook, decía “amor ya encontré la bebida de tu amiguita” y saben que decía la bebida de la amiguita “puta”. Lástima que ya le había calificado su trabajo, yo me quería morir. Y cuando yo le puse que barbaridad niña como vas a poner esto, salieron tres amiguitas de ella a defenderla.
Se considera legítimo ofender a otra mujer diciéndole puta porque estamos celosísimas que nos vayan a quitar a ese lingote de oro. Otra manera de verlo, en estas circunstancias es una opción laboral, y sigo con Juliano para decir que, la prostitución en tanto opción laboral, solo puede entenderse, y cito textualmente, solo puede entenderse y cobra sentido en el marco de las relaciones económicas, a las que las mujeres de cada grupo social o grupo étnico tienen acceso, pero también puede entenderse en el marco de las presiones a las que están expuestas las mujeres y particularmente, las mujeres pobres, de tal manera que mientras se mantenga esta profunda disparidad en la distribución de los recursos, mientras la mujeres estemos sobre-representadas en los sectores pobres, mientras las mujeres sigamos ocupando mucho de nuestro tiempo en el trabajo de cuidados y mientras los hombres estén sobre-representados en el trabajo remunerado y prácticamente ausentes en el trabajo de cuidados, las mujeres vamos a tener que buscar distintas opciones que nos permitan sobrevivir, es decir la prostitución tendrá que entenderse como una alternativa de redistribución y de acceso a recursos que hemos encontrado las mujeres a pesar del estigma y a pesar de la discriminación.
Como dijeron las compañeras en las entrevistas, no es fácil el trabajo sexual, es difícil, tiene riesgos. Pero las mujeres que han elegido hacerlo, lo han hecho evaluando esta relación de costo beneficio, como lo hacemos todo el mundo.
Por ejemplo, trabajo en la UCA donde ma pagan 30 dólares la hora de clases y además me sacan el hunto, porque además no me pagan preparación, ni todo el tiempo que reviso trabajos, ni las pláticas con los estudiantes, ni las reuniones…o si todavía puedo: tengo cuatro o cinco clientes que no me van a estar molestando, que no me van a estar haciendo evaluaciones que dañan mi autoestima y con lo cual me voy a hacer un ingreso.
Trabajo en la zona franca donde me pagan 3 mil pesos y trabajo 12 horas diarias y donde me agreden sistemáticamente y donde el Ministerio del Trabajo me viola mis derechos o trabajo en el trabajo sexual donde yo puedo negociar con mis clientes los términos de mi convenio.
¿Tiene riesgos el trabajo sexual? Sí, tiene riesgos el trabajo en las zonas francas, tiene riesgos el trabajo que hacen los mineros también. Todos los trabajos tienen sus riesgos y cada ser humano tiene el derecho de elegir qué riesgos, pero también qué beneficios puede sacarle a una economía de mercado que es profundamente sexista, profundamente clasista, profundamente racista y profundamente misógina.
Para escuchar el audio de la ponencia, podés pinchar aquí.
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